03/04/2021
También tenemos una parte cultivada, cuidada, que penetra en esa parte salvaje y libre como un mar de olas. Se establece una lucha de poder. Puede que gane la parte domesticada y todo parezca en orden, estable, tranquilo. Y también apagado, monótono, sin vida. Tal vez gane la parte salvaje y no haya orden ni concierto. Todo sean sorpresas, pasión desatada, impulsos, sobrevivir. O quizás pueda haber un equilibrio entre esas partes. Como en los jardines de Monet. Y puedan vivir sin pelearse. Jugando una con otra. Fundiéndose en una sola imagen. En un sólo ser.
Texto e imagen de Maite Márquez Martín