Recuerdo cierto día en la escuela, durante una lección de ciencias la profesora nos dijo que nada salía del globo terráqueo; es decir, que nuestros cuerpos yacentes; nuestros fluidos y secreciones; nuestros huesos hechos polvo por los siglos; nuestras volátiles cenizas, incluso nuestros recuerdos quedarán en la Tierra. Nada desaparece y todo se transforma, pero aquí dentro. De aquí no sale ni dios.
Sentí una honda tristeza y miré al cielo a través de la ventana, con nostalgia de preso condenado a cadena perpetua.
Texto e ilustración Garven
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