Buscaba un cielo abierto donde volar,
tú me prestabas tu viento.
Mi voz se arrugaba en las olas del mar,
tú la pecera, yo dentro.
Y mis ventanas abren para soplar
todos mis miedos.
Perderse en el aire de tu camisa
y entre tus dientes mi aliento.
Dejé de preguntar por ti.
Me olvidé de todos los poemas.
Medí las distancias hasta la luna y salté.
Dejé las dudas, las vendí a buen precio.
Y de propina el olvido.
Finjo no verte en los espejos conmigo y respiro.
Desmenuzo los estribillos a gritos
y me perdono los acentos.
Guardo las manchas de las copas de vino en la mesa
por si vienes y las llenas.
Y estiro la cama por si te encuentro en alguna arruga.
Pero ya no, y ojalá nunca más.
0 críticas :
Publicar un comentario