Ana Patricia Moya (Córdoba, 1982). Licenciada
en Humanidades por la Universidad de Córdoba (España). Ha trabajado
como arqueóloga, documentalista, bibliotecaria, correctora
ortotipográfica, diseñadora gráfica, etc. Directora del proyecto
Editorial Groenlandia. Ha publicado recientemente Píldoras
de papel (edición
española, Huerga & Fierro Editores, 2016; edición chilena,
Cinosargo Editorial, en prensa). Sus poemas y relatos han aparecido
en distintas publicaciones, digitales e impresas, de Europa e
Hispanoamérica. Aparece en distintas antologías literarias
(“Nocturnos:
antología de poetas y sus noches”, Editorial
Origami, 2010; “Poetrastros:
por favor, tratad con cariño”, LVR
Ediciones, 2011, “Heterogéneos:
poemario colectivo”, Editorial
Escalera, 2011; “La
vida por delante: antología de jóvenes poetas andaluces”,
Ediciones
En Huida, 2012; “En
legítima defensa: poetas en tiempos de crisis”,
Editorial Bartebly, 2014; “Generación
2001: 26 poetas españolas (sin
peaje)”,
La
Manzana Poética, 2014; “Koiné:
antología poética española
de
autores emergentes”,
2014; “Veinte
con veinte: diálogos con poetas españolas actuales”, Huerga
& Fierro Editorial, 2016, etc).
Ha
obtenido algunas menciones por sus textos (accésit del III Concurso
de Relato Breve del Museo Arqueológico de Córdoba, 2008; finalista
del I Premio Andrés Salom, categoría poesía, 2011; finalista del I
Certamen de poesía y microrrelato Dínamo Literaria, 2015; segundo
premio (ex aequo) de poesía del II Certamen “Por
amor al arte” de
Revista Litteratura, 2015; finalista del III premio Francisco Gijón
de microrrelatos de historia, 2015; finalista del premio
Internacional de Poesía ELLAS, 2016; finalista del MálagaCrea,
modalidad poesía, 2016; finalista del VII Concurso de Microrrelatos
Canyada D´Art, 2016; etc). Ha sido traducida parcialmente a seis
idiomas.
Mecanismo de defensa (Inédito)
Esta
manía de dormitar en el sillón
distanciada
de la cama de los amantes
-no
me puedo permitir ahora ni una pensión-
con
la espalda doblada
desertando
de todas las dudas que me invaden
-¿estamos
condenados a desolar pechos,
a
ser icebergs?-
este
hábito de no contagiarme de cariño
que
se adhiere en las pieles solitarias
este
temor a que me arranquen en afecto
el
que no se merece nadie.
Texto de Ana Patricia Moya
Imagen de Pixabay
Síntomas
Levantarse
temprano,
tomarse
una taza de leche templada,
pensar
en comerte el mundo
a
fieros bocados,
hasta
que el temor entumece tu cuerpo
que
acaba refugiándose en el colchón,
no hacer nada
¿para qué?
A
veces, los obstáculos son reales
y
es imposible derribarlos
por
mucho que perseveres.
Texto de Ana Patricia Moya
Imagen de Pixabay
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