Somos la generación de las infinitas posibilidades y, por ende, de las dudas infinitas. La generación de la vida en un instante y, a la vez, de reservar para mañana porque puede que todo cambie. La del exceso de información que, paradójicamente, no tiene nada claro. De los besos instantáneos que no saben a nada, porque los de verdad a lo mejor duelen. Del café expreso, de las fotos digitales amontonadas en memorias artificiales. Del continuo movimiento que nos empuja a estar haciendo siempre; de los frenazos en el tiempo que nos condenan al encierro de nuestra inactividad.
Somos la generación que camina sin mirar al suelo, sin levantar la vista al cielo. La que no percibe los aromas y se siente satisfecha en el sabor potenciado de la comida rápida. La que no se para a conocer las diferentes sonrisas de esa persona, ni a leer sus miradas.
Somos la generación en busca constante del placer inmediato y, por tanto, la eterna insatisfecha. La que mide su valor en "likes" y no sabe llorar. La del amor efímero. La generación que quiere cambiarlo todo y, sin embargo, no cambia nada.
Foto original: Alejandro MG
Edición y texto: @maytenekez
Gracias por el texto...
ResponderEliminarGracias a ti por leerlo
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