Nunca he
atracado un banco empuñando un plátano como si fuera una pistola. No
necesariamente tendría que ser una banana grande. Uno pequeño y maduro vendría
bien, cuanto menos llamativo mejor. Recién sacado de la nevera, para que cuando
se lo pusiera a alguien en la nuca, al sentir el frío pensara que se trata de
un arma de hierro. Soy consciente de que, a priori, puede parecer una idea
absurda, pero párate a pensarlo por un segundo.
Los bancos de ahora están bien
protegidos, casi todos tienen un detector de metales en la puerta. Con un
plátano podrías pasar sin hacer saltar la alarma. Luego está, claro, el tema de
cómo reaccionaría la gente, tanto clientes como empleados. Una persona con un
mínimo de inteligencia se reiría de ti y seguiría a lo suyo cuando la
encañonaras con una pieza de fruta, o si te pones muy pesado, te indicaría un
orificio muy concreto por donde podrías metértela. Es lo que debería ocurrir en
una sociedad que no estuviera idiotizada. Afortunadamente, no es el caso. Habrá
algunos que desearán que tengas éxito con tal de que las imágenes captadas por
las cámaras de seguridad salgan en las noticias. Colaborarán contigo para que
los medios y las redes sociales les suministren en vena sus quince minutos de
fama, y luego declararán haberse sentido confusos o bien haber pasado miedo.
Otros se asustarán de verdad, pensando que tienes que estar muy loco y, si bien
no puedes cumplir tu amenaza de volarle la tapa de los sesos, sí que puedes
agredirlos de cualquier otra forma. Yo por si las moscas no me excedería con
los métodos de intimidación. Me limitaría a actuar como si el plátano fuera un
arma muy potente sin valerme de más elementos. Así, si me cogieran, sólo
podrían acusarme de alterar el orden público, y todo quedaría en una pequeña
multa.
Sí, amigo. El plátano es el arma del
siglo XXI. Tengo que aprovechar ahora que es una novedad para llevar a cabo mi
plan. Después, mucha gente empezará a hacer lo mismo y ya no tendrá tanta
gracia. Entonces tendré que probar con algo más agresivo: un consolador a pilas.
Texto de Román Pinazo
Imagen de Karoun Chahinian
0 críticas :
Publicar un comentario