Como la azada en el surco,
es el alma del poeta.
Golpe tras golpe en la tierra
va clavando su piqueta.
Y allí deja su semilla
escondida entre las letras.
Cada surco es un poema,
cada libro una cosecha.
Sembradores de poemas
por tertulias y tabernas.
Sus sueños son desgranados
alrededor de una mesa.
Los que les quieran oír
que perdone las torpezas.
Que sembradas con azadas
golpe a golpe y franqueza.
Fue sembrando poesía
sin esperar recompensas.
Porque las cosas del alma
son el fruto de sus letras.
Poema de María del Carmen Pacheco Sánchez
Imagen de Pixabay
Buen día, me he en contado con con esto sin pensar, y con la sinceridad que me caracteriza, tengo que decir que lo visto escrito, si fuera un ROMANCE correcto me hubiera gustado mucho más.
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