Cerró
los ojos para retener esa imagen
como se cierra el cofrecito en el que se
guarda el tesoro más importante.
Y con la voluntad de conservar hasta el más mínimo detalle
ya no volvió a
abrirlos más. Como si hubiese tirado al mar la llave.
¿Acaso merecía la pena emborronar aquel instante
con las trampas y mentiras de
ese martes?
Texto de Antonio Ramírez
Imagen de Pixabay
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