Llegas al punto en el que, desde el cuarto de baño, le pides a tu novio que te traiga un salvaslip. Ya, la confianza, os hace reíros de las ventosidades o usar la ropa interior del otro, cuando os ducháis en su casa y no llevais muda limpia. Habéis recorrido tantos kilómetros juntos que la carretera sabe cuando os agarráis la mano en la palanca de cambios o que la derrota tuerce los cuerpos y los acerca a la ventanilla. También sabe del acelerar de las discusiones. Sin embargo esa suma que se une a conversaciones y más vueltas de reloj: a veces no son suficientes.
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Audio, texto e imagen: Saray Pavón
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