El punto de encuentro
está cerrado por vacaciones así que vamos andando hasta uno de los
muchos bares de Nervión. Comenzamos por preguntas básicas
para que los lectores ubiquéis a Marian en la sociedad, quién
es y cuáles son sus motivaciones para emprenderse en esta aventura.
Antes de comenzar aclaro
que el término “Sur” es usado, generalmente, para hacer
referencia a las zonas más desfavorecidas del planeta que,
casualmente (o no), se encuentran en ese hemisferio.
Nacho Delgado: ¿De
dónde eres y dónde estudiaste?
Marian: De Dos
hermanas, Sevilla. En la universidad de Sevilla hice la licenciatura
y un experto de pedagogía, un experto en sexología y actualmente
estoy terminando el master de género e igualdad en la UPO.
N: ¡Cuántas
cosas! Y… ¿En qué colegio estudiaste?
M: mi cole era…
el de enfrente de mi casa jaja, el de mi barrio.
N: ¿Por qué
elegiste Entreculturas?
M: Llegué a
Entreculturas buscando un voluntariado que no fuese tanto de
campo, si no que me permitiese trabajar con un grupo de personas de
manera más teórica, en una perspectiva de cooperación. Al llegar
se rompieron todos esos esquemas.
N: Claro, entraste
pensando eso y te vas a ir un año entero a otro país.
M: Exacto. Una
amiga si conocía la ONG, al comentarle que quería tomar contacto
con el Sur me habló de ellos y el programa VOLPA. Fuimos en
busca de hacer esa experiencia pero cuando llegamos, Fernando dijo
que el programa era de un año o dos… y ¡me vine abajo muchísimo!
La situación en casa no estaba para irme tanto tiempo y también me
daba miedo por ser mi primera vez fuera. Esperaba una toma de
contacto… 2 o 3 semanas, incluso de un mes a 3 meses… pero no
tanto. Me explicaron la Experiencia Sur, disponible para los
voluntarios de Entreculturas, y me ofrecieron a quedarme.
Entré como pedagoga, en el grupo de educación. Me empecé a
familiarizar yendo a los encuentros, hice un poco de piña y familia
con la gente y… al final no hice la Experiencia Sur. Me
quedé aquí y ahora que mi vida es mucho más estable (incluyendo mi
situación familiar). Ahora si encuentro que es el momento de tener
contacto de uno o dos años fuera de España.
N: Entreculturas
es una ONG de los jesuitas, una orden religiosa. ¿Supone eso algún
problema?
M: Para nada,
nunca lo ha supuesto. No me considero católica pero si creyente y
todos los valores que tengo los comparto con el grupo. Nunca he
sentido la religión católica chirriando en mi cabeza o
incomodándome, mas creo que Entreculturas ha limpiado la
imagen que tenía de la Iglesia, he visto que no es lo que pensaba.
N: ¿Cómo ha sido
la formación durante estos 9 meses?
M: VOLPA ha
sido increíble, podría marcarse como un antes y un después en mi
vida. He profundizado en lo intrapersonal y evolucionado enormemente;
me siento más coherente con lo que pienso, digo y hago. Me ha
clarificado lo que quiero en mi vida… me parece una formación
súper completa. No es un “ahora te soltamos en el sur y ya haces
lo que veas porque tienes buen corazón y quieres echar una mano”.
Es algo mucho más profundo. Si vas allí, la influencia es recíproca
y eso hay que trabajarlo para que el encuentro sea enriquecedor.
N: ¿Qué crees
que puedes aprender de esta experiencia?
M: Esa pregunta es
muy difícil… No lo sé, porque he procurado hacerme las menores
expectativas posibles. Sé a lo que voy pero no lo que encontraré.
Espero una acogida, un permitirme que comparta experiencias, que me
dejen vivir con ellos su día a día, las problemáticas que hay y
búsqueda de soluciones. O sea, unir varias realidades. Voy a darme a
mí misma, que creo que ya es bastante. Tengo muy claro para qué
quiero ir. Mis tíos siempre me dicen “quédate, métete en el
Vacie o en las Tresmil que también es un pequeño Sur
y no hace falta que te vayas”, pero quiero tener ese contacto fuera
de mi zona de confort, desarrollar esas habilidades y ese crecimiento
personal para realmente ser un referente. Cambiar la sociedad
empezando con uno mismo.
N: Has hablado de
“Ellos” ¿Te han dicho ya a dónde te vas a ir? ¿Cuándo?
M: Sí, ya tengo
destino. Me voy el 15 de enero a Ciudad Sandino, Nicaragua (a 10 km
de Managua), en un proyecto de Fe y alegría. Básicamente es
formación al profesorado en temas de coeducación y género. Ese es
el perfil que piden, luego allí se hará de todo.
N: Son temáticas
muy relacionadas con tu formación, ¿Ha sido intencionado?
M: Sí. La
coordinadora de VOLPA, viendo mi perfil, determinó que era el
más idóneo para este proyecto. Una escuela necesitaba una persona
con pedagogía y experiencia en coeducación y género… estaba
hecho para mi jaja.
N: ¿Te sigue
asustando la idea de irte un año entero fuera en este plan?
M: Sí, claro que
sí. Pero ese mismo miedo sirve de impulso. El miedo es necesario, te
mantiene alerta y viva, o sea, con ganas e interés de querer ir. No
te retrae o te paraliza. Asusta el desconcierto de qué vas a
encontrar y el saber que hay un proceso duro de conflicto o de
acostumbrarse a una nueva realidad. El ocio, las costumbres… no son
iguales que aquí. Precisamos de un periodo de adaptación. Además
yo nunca he estado fuera de mi casa (siempre he vivido con mis
padres) y es un paso increíble. Pero estoy segura al 100%.
N: Tu familia…
¿Qué dice?
M: Medio qué. Mi
madre me apoya desde el principio al 100%. Creía que me iba a caer
del proyecto, pero cuando vio el avance y mi rotunda convicción...
comparte mi motivación. La gente lo compara a irse a Londres a
buscar trabajo y no es lo mismo, no voy a buscar trabajo y a traerme
dinero, al revés, me va a costar dinero ir; pero quiero ir.
Entonces… la mayoría de mi familia lo respeta pero mis tíos, que
son mis padrinos, lo llevan peor. Son los de “Por qué te vas, no
tienes necesidad, por qué te quieres acercar al sufrimiento…
tienes la suerte de haber nacido en esta sociedad,…” y yo siento
que también es mi responsabilidad. Esa realidad no es externa a mí.
Es responsabilidad de todos. Es difícil que te entiendan en ese
discurso si no están sensibilizados con el tema… se hace lo que se
puede jajaja.
N: Cuando vuelven
otros voluntarios, el periodo de readaptación es complicado. ¿Cómo
te preparas para eso?
M: Ese ha sido uno
de los últimos bloques de formación: la vuelta. De nuevo
paciencia, un periodo de asimilación; de consolidar todo, sellar la
experiencia vivida y de ser consciente del choque cultural que hay.
La comparación de lo que tenemos aquí con cómo ha sido mi vida
allí, el que a lo mejor mis amigos hablen de cosas que ya no me
interesen… perder el hilo que lo que hable mi alrededor o mi núcleo
cercano, para mí, esté vacío de contenido. Dejas aquello, la
realidad en la te has sumergido un año, pero vuelves con muchas
ganas de ver a los tuyos. Hemos trabajado el intentar, los meses
previos a la vuelta, ser menos imprescindibles, ceder el liderazgo de
las actividades… como ir yéndote despacio para que no cueste tanto
y no se note la ausencia.
N: ¿Y qué me
dices del grupo que se ha formado de voluntarios este año?
M: Hemos tenido
suerte: ya no las veo como mis compañeras de VOLPA. Somos
amigas. Quedar para tomar algo, celebrar las victorias de las demás…
Dos compañeras y yo vamos a Nicaragua y 2 van a Managua, a 10 km.
Somos afortunadas y el tener esa química entre nosotras ha
favorecido a que el proceso haya sido mucho más enriquecedor. Y con
los formadores igual. Mi acompañante es Fernando y para mí es un
amigo con el que puedo contar y me hace de espejo a la hora de las
reflexiones, que no me juzga. Son voluntarios y lo tienen muy
trabajado, se nota que creen en el proyecto y eso también te hace a
ti más fuerte. Tienen una capacidad de escucha increíble, formamos
un clima en el que podíamos ser nosotras mismas sin miedo a que te
juzgaran ni nada… solamente por hacer la formación, merece la
pena.
N: ¿Cómo animas
a la gente a hacer un voluntariado? Ya sea de larga duración como el
tuyo o uno a nivel local.
M: No se puede
obligar, tiene que salir solo. Con la conciencia, cuando eres
consciente de la situación en la que vives, de las desigualdades que
hay, la injusticia y eso te pica, te duele y ese es el motor que te
arranca a querer hacer voluntariado. No puedes decirle a alguien:
“oye, deberías hacerlo porque te va a gustar”. Sale solo. Nunca
tuve en mi círculo a nadie que trabajase o estuviese rodeado de
temas de voluntariado y salió de mí, fui yo la que dio el paso
haciendo voluntariados por mi cuenta; por eso digo que es intrínseco
y cuando tú te haces consciente y la realidad en la que vives
molesta.
N: ¿Y resulta
fácil encontrar un voluntariado?
M: Creo que no.
Son muy poco visibles para la gente que no ha tenido personas
cercanas en relación con voluntariados. Yo no sabía lo que era
hasta bastante avanzada mi edad (29 añitos, risas), aparte de
Cáritas o Cruz Roja o cosas así. Mi primera incursión fue en la
universidad, con el SACU (Servicio de Asistencia a la
Comunidad Universitaria), proyecto COMPI (Compromiso +
Integración), que consistía en dar clases a los chavales de
instituto de La Barriada de la Plata (Sevilla); clases particulares,
de apoyo. Allí se trabajaba todo. Darle matemáticas y motivarlo
para que no deje la ESO o cosas así. Al final estás
trabajando con personas, no con máquinas, te sientas y lo que tienes
que hacer es escuchar. Muchas veces solamente hay que estar….Yo
llevo muy a rajatabla el lema del Servicio Jesuita al Refugiado:
“Servir, defender y acompañar”. Estar ahí. Entonces… creo que
debería hacerse más visible. Tendría que haber más espacios en
los que se hablase de los voluntariados, las opciones que hay…
aunque nazca de la persona. las ganas de querer cambiar las cosas.
Entrevista de Nacho Delgado
Fotografías de Mariam y VOLPA
Fotografías de Mariam y VOLPA
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