viernes, 5 de abril de 2019

El Cazador De Dioses - Capítulo 3: El Despertar

0

Anteriormente en El Cazador De Dioses...

Por supuesto que Jim Niizaki no era tan estúpido. Conocía los riesgos de resucitar a un polo de carne sin un equipo de psicológicos cerca. Sobre todo en una nave, donde el estrés y la desorientación podían ser tan fuertes que la demencia espacial se manifestara casi en el acto. También sabía que una metedura de pata como aquella supondría su despido y, seguramente, una demanda por incumplimiento del contrato, en lugar de la generosa prima asegurada por el capitán Harris. Así que, durante la cena, el técnico de crio-hibernación se limitó a escuchar a la paleontóloga, comer un poco y arrasar con el vino. Añejo, receta riojana. Elaborado por un familiar de Grijalba, el encargado de limpieza de la nave, adquirido a precio de ganga y reservado para ocasiones especiales como aquella. Eso sí que había sido un hallazgo de la compañía.

La adicción que sufría Niizaki no era culpa suya; al menos, no de forma directa. De hecho, lo que él más lamentaba al respecto era no tener un verdadero motivo para ello. Ninguna esposa lo había abandonado, ningún hijo suyo había muerto, ninguna duda existencial lo había empujado a empinar el codo. Todo empezó nueve años atrás, cuando la nave en la que trabajaba entonces sufrió una grave avería, y tuvieron que descomprimir la atmósfera de varios compartimentos para evitar que un incendio se extendiera, carbonizándolos a todos. Eso les hizo perder la sala de sueño y la enfermería, por lo que realizaron un viaje de mil cuatrocientas horas sin poder crio-hibernar y sin acceso a la paramensamina, medicamento usado para mitigar los síntomas de la demencia espacial. Después de dos semanas y sabiendo que aún no habían recorrido ni la mitad de la distancia, Niizaki empezó a sentir los efectos, y sus compañeros le suministraron tequila para hacerle el viaje más llevadero.

Así que ahora, a bordo de la Thaddeus, el técnico de crio-hibernación tomaba un trago siempre que podía. Y la pequeña celebración que había organizado el capitán Harris era la ocasión perfecta para ello. No sólo hubo vino. Tras la cena, April abrió una botella de ron y preparó unos mojitos bien cargados. Después del segundo vaso, Niizaki se mantenía sumergido en un tanque de silencio. Había aprendido a no hablar más de la cuenta cuando estaba borracho, pero interiormente no paraba de darle vueltas a una idea: ir a comprobar la cápsula del homo sapiens antes de echarse su siesta espacial, para asegurarse de que no hubiera ningún error. No fuera a ser que le increparan por no haber desempeñado bien su función antes de desatarse con el alcohol, y se quedara sin la prima.

Con ese objetivo, se escabulló a la sala de carga llevándose consigo el vaso a medio terminar, ni que decir tiene. Lo comprobó todo: alimentación eléctrica, temperatura, humedad... Como ya imaginaba, la conservación del espécimen era óptima. Niizaki podía presumir de ser un técnico de lo más eficiente cuando estaba sobrio.
Sin nada más por hacer, antes de irse quiso echar un último vistazo al homínido. Menuda musculatura tenía. En su época no existían las máquinas de ejercicio, así que todo debía ser funcional. Seguro que era un gran cazador.

Cazador... ¡Claro, los utensilios! Niizaki recordó que, junto al cuerpo, Tyagi había encontrado algunos objetos. Sus herramientas. G-Carl los había metido con cuidado en un pequeño cofre acolchado, que transportó en su mochila y luego depositó en algún rincón de aquella misma sala. Por primera vez en mucho tiempo, había algo por lo que merecía la pena soltar la copa. No tardó mucho en encontrar la lanza rota, el mazo y el cuchillo, todos ellos hechos de piedra, madera y cuerda. De ahí también podían sacar restos de ADN de alguna especie animal o vegetal. Niizaki sonrió. Habían hecho un gran trabajo. El capitán Harris tenía razón, la gratificación que recibirían de la compañía sería enorme... si todo salía bien, claro.

Se encendieron las luces de emergencia. Empezó a sonar la alarma y una voz enlatada informó de un «fallo en el sistema de crio-hibernación».

– ¿Pero qué demonios...? ¡Si hace un momento estaba todo en orden!

Condensación. Había dejado su copa sobre un borde de la mesa de control. Un par de gotas reptaron por el vaso empañado y se introdujeron por las ranuras del teclado, con la malicia de provocar un cortocircuito. Ante situaciones similares, la máquina estaba programada para salvar al sujeto que albergaba en su interior, y eso fue lo que hizo. Lo expulsaría antes de que el fallo fuera a más y la cápsula se apagara. ¡Maldita April! Siempre ponía demasiado hielo en sus cocteles.

«Protocolo de emergencia. El sujeto no está listo para la reanimación, detectadas células dañas. Reparando.» Aquello de lo que Niizaki fue capaz de abstenerse a hacer a posta, aún estando borracho, lo iba a conseguir por accidente. No tenía forma de demostrar que no era su intención reanimar al homo sapiens antes de tiempo, y aunque fuera así, el volumen de alcohol en su sangre seguía siendo un agravante. Estaba jodido.

«Crio-hibernación suspendida.» Ya era tarde. Las puertas de la cápsula se abrieron lentamente, liberando un vapor gélido. La criatura que dormitaba en su interior abrió los ojos.

Aterrado, Niizaki optó por hacer lo único que podía en esas circunstancias: intentar dejar al homínido inconsciente, reparar la cápsula y volver a meterlo dentro. Nadie tenía por qué enterarse de aquello, y si no ya se le ocurriría algo. Pero lo primero era lo primero.

Cogió aquel mazo rudimentario y atacó al cavernícola con su propia herramienta de caza. Un arma que, al igual que su dueño, tenía veintidós mil años de antigüedad. El mango se hizo trizas mientras Niizaki lo blandía para golpear al homo sapiens, haciendo que el golpe perdiera la mayor parte de su fuerza. Sin embargo, le dolió lo suficiente como para interpretar aquello como un gesto de hostilidad. Fue el último error que cometió aquel borracho.


Nave: Thaddeus

Destino: Earthworld, Sistema Asgard

Tripulación: 11 miembros. Pasajero nº 8 fallecido. Suplente:



Nº 8 (ficha por defecto)
Nombre: (En blanco)
Rango: 6
Sexo: XY
Edad: 30 aprox. (+22.150 años crionizado)
Categoría: Humano
Función: Cargamento
Comentario personal: Por transcripción: (Ininteligible)
-----------------------------------------
Otros datos: Sin formación. Signos de demencia espacial en fase aguda. Peligroso.


Novela por entregas de Román Pinazo 
Ilustraciones de Oscar Silvestre


0 críticas :

Publicar un comentario