Y dices sin decir, lo que nunca quisiste decir cuando tus frases se entrecortan, porque no quieres que las escuche a pesar de que esté delante. Y dices sin decir lo que siempre quisiste decir, porque tus labios vibran y el carmín brilla. Y no dices nada y lo dices todo, porque tus ojos hablan, pero tú no lo sabes.
Y mi voz tiembla, y te pido que levantes la cabeza con la misma frase tantas veces repetida. Y quieres correr lejos del momento, porque no quieres conversar, pero tú lo haces sin hablar, solo con gestos.
Y te quedas allí, en el rincón, porque las sombras se han deslizado por el pavimento y han clavado tus pies al suelo, con las puntas en forma de lanza. Y no sangras y nada dices, pero lo dices todo cuando tus ojos brillan como el carmín.
Y las saetas detenidas sobre la realidad persiguen la obstinada persistencia del tiempo. Las sombras regresan a la esfera y puedes escapar, y no decir nada, porque ya lo dijiste todo sin palabras.
Texto de Eugenio Barragán Fuentes
Imagen de Pixabay
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