En treinta y cinco milímetros
las imágenes del día
clausuran la conciencia.
Lo exterior es un incendio insofocable;
una devastación de humo y grava
que daña al hombre descalzo.
Antes del sueño hay una breve vigilia.
Un llanto conocido que se repite cada noche.
Los setenta y dos poemas del libro de Corraliza son breves conclusiones y meditaciones sobre el paso del tiempo. Un paso por la vida repleto de recuerdos infantiles, calles, luces, miedos, silencios, estrellas, noches, niebla y algo de frío. Atemporalidad y tiempo muy concreto van de la mano en esta obra. Porque algunos poemas marcan lugares y tiempos muy concretos y en otros la existencia vuela en estas poesías perfectamente construidas. Dentro de la fragilidad de los versos y la profundidad que el autor nos quiere transmitir consigue que sus poemas sean sólidos.
Cenizas en la voz
áspero hilo de alambre impronunciable.
Lo que queda es la secuela
del frío y la desgana.
El asco hueco que invade la boca de preguntas.
Aunque Corraliza muestra su alma con cierto pudor, abras por donde abras el poemario encontrarás belleza y armonía en forma de versos que te llegan de manera muy sutil. Con un ritmo bien dominado y unas pausas colocadas acertadamente, la musicalidad fluye en puro lirismo.
Cae el sol
sobre el parabrisas
blando y cercano.
En manos del destino está el timón.
Más allá del diez minutos
la ceguera es demencia.
El estro de los locos es un libro bello y que se lee desde el gusto por la poesía. Y es que cuando un poemario está escrito con una arquitectura y una estética tan firme, es muy complicado que te desentiendas de su esencia.
Nicolás Corralliza Tejeda
Editorial: Ravenswood Books
Almería, enero 2018.
Reseña de Beatriz Pérez Sánchez
Imagen portada de El estro de los locos
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