la mirada cruzada como el cuello
roto de un cisne.
Qué inmenso el vacío de la habitación
deshabitada, con la calidez de la piel
aún flotante,
como el cuello roto
de un cisne, un doble axel
de la sutileza.
Y las siluetas, esbozos efímeros
en el colchón cómodo de la despedida.
Qué inmenso el vacío del cisne
muerto sobre las sábanas,
el salto doble al precipicio,
Fuera, un semáforo acelera
acantilados.
Poema de Diana Álvarez
Imagen de pixabay
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