La comunidad transexual, sin duda, ¡está destinada a cambiar el mundo!. Su ejemplo de lucha es contante y duradero. Abarca los más múltiples y complejos enemigos pero somos un ejército invencible, cada vez más incrementa el número de filas a un modo imparable (se prevé un aumento notorio una vez normalizada la sociedad). La sociedad está condenada a entenderse, aunque ello conforme un largo periodo evolutivo. Y, aunque cada vez seamos más, estamos ante una sociedad inquisitoria desprovista de humanismo y del término multi diversidad: a fecha de hoy sigue imponiendo un sistema heteropatriarcal, que acapara el progreso y la libertad.
La comunidad trans, como pasó en la revolución francesa y a escala mundial, es un ejemplo a seguir de la lucha. Una guerra que conduce definitivamente a una reestructuración social prometedora e intensa, potenciadora de cambios y de humanismos. Es un ajuste de tuercas contra el mundo, contra el poder y sus estamentos opresores; en definitiva: contra un modelo social injusto. En pos de la solidaridad, usando siempre el amparo de la justicia, en favor de la libertad e igualdad, siempre sin violencia.
Las revoluciones empezaron desde abajo, en defensa de una dignidad que nos ha sido impunemente arrebatada por las normas heteropatriarcales. La revolución trans es y será una lucha de valía y de empoderamiento; un replanteamiento de lo que somos y como nos sentimos. El ser interno al descubierto y tenido más en cuenta que nunca.
Así pues, la transexualidad sentida, se transforma inexorablemente en un punto a liberación de los sentidos, que lo conduce de manera necesaria al empoderamiento pleno y sincero de lo que es el género humano. Y aclarando, que esta revolución de género viene marcada si entendemos la perspectiva de que el motor sexual, y por tanto de los sentidos, parte desde el cerebro, y no desde los aparatos reproductores que los controla.
La revolución trans abarca la vida y la libre expresión de género. Implica un acercamiento a los derechos humanos, así como a considerar el concepto de autodeterminación de género y su reconocimiento.
La revolución trans estalló allá por los años 60 debido a la opresión policial, y a la desconsiderada y distorsionada visión de la sociedad de entonces y de ahora (aunque menos ahora). Discriminación que sigue aún condenando el colectivo y que se traduce en la espantosa cifra del 80% de paro, causa fundamental que lleva a la prostitución al no encontrarse otras salidas laborales.
Con esta denuncia, es evidente, que el camino de la revolución trans es lento y lleva su tiempo. Como la vida, no es un sendero de rosas. La revolución trans libera pero a la vez condena. Pero no nos vamos a detener. Nacimos para luchar. No tenemos miedo a la muerte (1 de cada 3 personas transexuales se suicida): la resilencia es nuestro valor en alza y la lucha una constante. Bienvenides a la era de la diversidad. Bienvenides a la revolución trans. ¡Empoderadas cambiaremos el mundo!
Opinión de Lenna Guzmán
Imagen de Pixabay
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