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jueves, 9 de febrero de 2023

I n s e g u r o s

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 Cuando sus caras se aproximaron él se sentía lo bastante inseguro como para pensar que ella se escabulliría, o le cruzaría, como en una película, la mejilla con la mano abierta. Su boca sabía a barra de labios y a sal. Se separaron durante un segundo, él la rodeó con los brazos y se besaron de nuevo con mayor confianza.
Audazmente, se tocaron la punta de la lengua, y fue entonces cuando ella emitió el sonido de desfallecimiento, de suspiro que, comprendió el más tarde, marcó una transformación. Hasta aquel instante, seguía habiendo algo absurdo en el hecho de tener tan cerca una cara conocida. Se sentían observados por la mirada perpleja de los niños que habían sido. Pero el tacto de las lenguas, músculo vivo y resbaloso, carne húmeda sobre carne, y el extraño sonido que arrancó de Cecilia lo cambiaron todo. Aquel sonido pareció penetrarle, perforarle de arriba abajo de tal forma que el cuerpo se le abrió y pudo salirse de sí mismo y besarla libremente.


Fragmento de Expiación, Ian McEwan
Imagen de Javier Infante (ilustrador)



martes, 24 de enero de 2023

Se miraron

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Se miraron uno a otro confundidos, incapaces de hablar, intuyendo que algo delicadamente establecido podría escapárseles. Que fuesen viejos amigos que habían pasado la infancia juntos constituía ahora una barrera: estaban avergonzados de ser quienes habían sido. Su amistad se había transformado en algo incierto y hasta se había visto constreñida en los últimos años, pero seguía siendo un hábito antiguo, y quebrarlo ahora para llegar a ser desconocidos en una situación de intimidad exigía una claridad de propósito de la que momentáneamente carecían. De momento, las palabras no parecían ofrecer una salida.


Fragmento de Expiación, Ian McEwan
Imagen de Pixabay



lunes, 2 de enero de 2023

miércoles, 2 de noviembre de 2022

martes, 4 de octubre de 2022

El número

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El número que necesitaba estaba en la guía. Lo sabía porque Greg se lo había enseñado la primera vez que ella le contó la buena nueva. Sacó la guía de donde estaba enterrada bajo una columna de revistas y rastreó con el dedo la columna de la c. Allí estaba: Centro de Información sobre el Aborto. 555-6116.
Marcó el número y, tras cinco tonos, una voz masculina dijo:
-Centro de Información sobre el Aborto. ¿Puedo ayudarle?
-Eso espero - dijo Alison suspirando.




Fragmento de "El cura" Thomas M. Dich
Imagen de Pixabay



sábado, 10 de septiembre de 2022

martes, 30 de agosto de 2022

Reseña de Cuatro corazones con freno y marcha atrás

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La vida es una esencia de torbellino de alegrías y sufrimientos que se disfruta a cada instante porque tarde o temprano, se sabe que el telón de la historia de tu vida bajará, concluyendo tu actuación en el mundo. Se irá a un lugar donde la muerte te abrazará como recibimiento, sosteniendo la guadaña en su mano.

Paisaje en el que tu cuerpo descompuesto se convertirá en polvo, siendo simplemente un alma intangible que vagará solamente con los recuerdos de su juventud apasionada y vivaz. Época en la que la existencia es el placer del ser.

Etapa donde los sentimientos se deleitan con éxtasis plena. ¿Pero seguirías viviendo con esa intensidad si sabes que nunca vas a morir? Si descubrieras un elixir que te otorgara la eternidad, ¿realmente serías feliz? ¿Gozarías sabiendo que ese telón nunca va a bajar? Esta es la cuestión que se plantea estos cinco corazones mortales.

En un salón burgués del siglo XIX, un pobre cartero, lleva esperando desde el mediodía la firma de una carta. Nadie le dice nada. Todos los sirvientes van de derecha a izquierda con entradas y salidas multitudinarias, sin saber lo que ocurre. Entre los murmullos, resalta a voz la actitud bipolar, entre risas y gemidos del amo de la casa, el señor Ricardo. Joven de vida acomodada que al malgastar la herencia de su padre, recibe la de su tío, con la disparatada condición de no ser entregada hasta dentro de 60 años, desapareciendo entre pensamientos el sueño de casarse con la mujer de su vida, su novia, Valentina.

No obstante, su amigo médico y científico extrovertido, el doctor Bremón, encuentra la solución a los problemas económicos y amorosos de ambos por el transcurso del tiempo. La placentera inmortalidad. Antídoto para hacer sus vidas y así, el doctor casarse con su amada Hortensia, que debido a no tener estado de viuda por la pérdida de su marido en un naufragio, debe aguardar sin proposición alguna hasta que no pase 30 exagerados años. El cartero por instinto curioso a los chismorreos del servicio, oye tras la puerta toda la trama, chantajeando a Bremón de unirse a ellos cuatro, o contar el secreto que daría una presunta alegría a toda la humanidad. Con un chinchín de elixir entre copas, estos cinco carismáticos personajes brindan por un ¿felices para siempre?

El escritor de esta inverosímil trama española, es el madrileño Enrique Jardiel Poncela, con un humor entre sus palabras que creó polémicas en los abanicos sociales del siglo XX. Desde pequeño, este autor paseaba curioso entre debates políticos y el mundo de las artes por los museos, escribiendo con 11 años su primera novela. En el bachillerato comenzó a publicar sus primeros artículos humorísticos con gran emoción.

En su época de literato colaboró con distintos periódicos como La Nueva Humanidad, Los Lunes de El Imparcial, y la revista Buen Humor, entre otros muchos. En esta etapa conoció a artistas como José López Rubio, y el que para él fue su maestro, Ramón Gómez de la Serna. Con los años abandonó el mundo de la información para centrarse solo en la madre literaria y el género de la farándula, donde consiguió estrenar con éxito de taquilla su obra Una noche de primavera sin sueño, en el Teatro Lara. Más adelante comenzó a realizar novelas como Amor se escribe sin hache, con el objetivo de combatir con su humor absurdo el tópico romántico. Con la gloria de sus libros viajó a Hollywood para hacer varias películas de ellos, ganando incluso, el Premio Nacional de Teatro. Era el período de victoria de Jardiel Poncela.

No obstante, todo momento de esplendor tiene su decaída, y con el paso del tiempo, le acosaron las cartas del infortunio, en los amores con los desengaños; en la carrera con el fracaso; en la economía con la ruina; y en la salud con un cáncer de laringe. A los 50 años murió con el último deseo de que inscribieran en su tumba: Si queréis elogios, moríos.

Con su burla grotesca en esta obra de teatro, los lectores se dejan llevar por un sutil manto de reflexión de que un para “siempre” cuando es eterno, se convierte en odioso. Mejor perdurar en una vida conclusa, que una angustiosa donde la existencia se transforma en deseo de suicidio. La vida es bella porque sabemos que luego nos aguarda la tragedia. El goce de vivir, sin el drama del Ángel Caído, no es existencia. Los humanos nos acogemos a lo que ya conocemos, porque así logramos controlar nuestro camino, mientras que lo desconocido, lo preferimos abandonar en la ignorancia. ¿Elegirías una sugerente eternidad o una rutinaria mortalidad? Juzguen por medio de estos cinco corazones de problemas disparatados en una absurda realidad.


Texto de Laura Campos Cervera

sábado, 6 de agosto de 2022

Odiar el teatro

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-¿Cómo puedes odiar el teatro?
-Sólo sirve para lucirse -dijo Pierrot, y se encogió de hombros mientras enunciaba esta evidencia.
Briony supo que tenía razón. Por eso precisamente ella adoraba las obras de teatro, o por lo menos la suya; todo el mundo la adoraría a ella. Al mirar a sus primos, debajo de cuyas sillas se estaba encharcando agua que luego se filtraba por las grietas entre las tablas, supo que nunca comprenderían su ambición. La indulgencia suavizó el tono.
-¿Tú crees que Shakespeare sólo quería lucirse?


Fragmento de Expiación, Ian McEwan
Imagen de Pixabay



sábado, 18 de junio de 2022

Claus y Lucas

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Estallido de sangre, olor a plomo, rastros de una vida que no se volverá a despertar, es lo que se respira en el caótico paisaje de la Segunda Guerra Mundial. Escena reinada por la pobreza, donde los alaridos de críos huérfanos retumban cada noche, agonizando por el regazo de una madre ya inexistente. Postrimería para unos, y aceptación de una cruda realidad para los sobrevivientes, quienes, por medio de la picaresca y astucia consiguen sus migas de pan. Vidas que anhelan la llegada del fin. Retratos de cadáveres, única verdad, afrontada por dos hermanos gemelos como su cruel destino. Claus y Lucas emprenden un nuevo camino, alejado de todas las desgracias de la guerra que pintan cada esquina de la ciudad, para ser llevados frente a alguien peor: su abuela. Mujer de campo, que vive de su ganado y una amargada que no tiene otra devoción que la rutina. Los gemelos se envuelven en un entorno dedicado al trabajo y esfuerzo para lograr su comida. Mediante ejercicios, peleas e insultos comprenden la existencia que tienen que soportar, pero sin dejar de lado sus estudios, donde los cuadernos y los lápices son sus mejores aliados para aislarse del caos de la época. Hermanos que han estado unidos desde siempre, como uña y carne, un día deciden separarse, cruzando uno de ellos una frontera, que cambiará la vida de los dos. Ahora han de saber vivir solos.

Un libro reinado por la prosa seca procedente de las letras de Agota Kristof, escritora húngara que abandonó su país tras ser aplastados por las tropas del Pacto de Varsovia. Casada tras 5 años de exilio y trabajando en una fábrica, cambió radicalmente su rumbo, dejando a su marido, para empezar su coqueteo con la lengua francesa y escribir libros en este idioma. Con su ingenio ha conseguido varios galardones, como El Premio Europeo a la Literatura Francesa con su obra El gran cuaderno, el Premio Gottfried Keller y del Estado de Austria de Literatura Europea.

Con un estilo escaso de descripción a la vez que exquisito, este libro encauza en cada letra el sufrimiento de la muerte de humanos entre humanos por pensamientos diferentes, contado desde la inocente perspectiva de dos niños, que evolucionan con los años, embriagándose de una despiadada realidad que parece eterna en los hombres. Un juego de armas de un retorno sin fin.

Una reseña de Laura Campos

 

lunes, 30 de mayo de 2022

Por si las voces vuelven (reseña)

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No soy de dejarme llevar por el runrún tipo spam que hacen las grandes editoriales con sus libros, pero desde que supe de Por si las voces vuelven tenía ganas de zambullirme en él. Y ese deseo surgía por la temática y el escritor (Ángel Martín). Así que fue un acertado regalo de Reyes.

Lo leí tras terminar la novela Sigue como si estuvieras viva de Rafael Fernández Ruiz, así que la similitud de las sombras con las voces me hizo despotricar un poco sobre las editoriales que no apuestan por libros diferentes si no tienen el respaldo de un 'personaje público' (el camino mediático, los seguidores, etc.). También, a su vez, me alegré por esa apuesta sin riesgo ya que creo que es importante acercar a la masa -o sociedad- temas que siguen siendo tabú y hacer tangible una propuesta que se sale de los caminos comunes. Dicho esto os recomiendo encarecidamente que os hagáis con ambos libros, porque se disfrutan a muchos niveles (el cómo está escrito, lo que dicen, etc.).

Lo más escalofriante es que a cualquiera de nosotros nos podría pasar el hacer 'crec' y que se rompa lo que hasta entonces era nuestra vida. El desencadenante no tiene porqué ser el mismo: igual a ti te sucede si te das un homenaje de porros o monguis y otra persona se quiebra con los acordes de una guitarra; por eso mismo es bueno tener recursos que nos puedan ayudar a abrir los ojos y escapar de ese bache sin que quedemos en siniestro total. La literatura siempre ha sido un buen aliado para despertar, incluso si eres de los que les sirven los libros de Jorge Bucay o Paulo Coelho, lo importante es que encuentres lo que a ti te sirve para reconstruirte.

Y ya me meto en materia. Por si las voces vuelven consigue captar toda mi atención y que sea tan sugerente como la frase de '¿Quieres un café?' (si no me conoces está comparación está a la altura de las hojas caídas, pero te hago saber que me identifico con la palabra 'cafemaniaca'). Es bastante interesante observar cómo somos capaces de justificar cualquier cosa (desde situaciones surrealistas a actos descabellados) creando diferentes tramas. Todas ellas le dan coherencia y cohesión a cada paso que hemos dado, por más que llevemos un buen trecho yendo en contradirección. Y eso complica que frenemos en seco y podamos corregir, más bien seguiremos con la inercia avanzando hacia nuestro estrellato.

Podemos encontrarle significado a cada detalle de cada viviencia con tal de corroborar que tenemos razón. El ver todos los sucesos como señales: nos reafirma y nos hace cruzar límites. Además nos agota, porque cada decisión está alterando el presente y el futuro, el efecto mariposa nunca duerme. El estado de alerta es abrumador y fascinante al mismo tiempo, así que casi con total probabilidad evitaremos abrazar a morfeo añadiendo más café a nuestro organismo. El estrés que genera el no bajar la guardia hará su aparición estelar tarde o temprano y, entonces, tendremos suerte si al quebrar algunas de esas barreras a alguien de nuestro entorno se le enciende la bombilla de emergencia y decide actuar (que la sociedad nos ha educado más bien para 'ver, oír y callar', para hacer la visita gorda y pensar que ya se encauzará -sin que interfiramos-, aunque eso pueda ser perjudicial y genere un estado irreversible).

Lo normal es que aunque traspases las puertas del ala de psiquiatría del Hospital y vayas rumbo a tu casa, esa vivencia no se deje allí encerrada sino que te acompaña e influye en las siguientes decisiones e interacciones. Te vuelves con un lote de pastillas para mantener el equilibrio del cerebro y la decepción contigo mismo. El miedo y la inseguridad se suman al viaje y dificultan todo. Retomar las riendas y encontrar motivos que alejen la depresión no es tan sencillo como nos lo pintan en las frases de autoayuda. La lucha es diaria, las emociones son inestables y las voces se vuelven sombras que potencian tu desasosiego.

Y para los que tenemos un familiar que... o hemos pasado por un episodio que... sabemos del estigma de decir 'Yo estuve ingresado...', o 'mi padre tiene esquizofrenia' o cualquiera que sea la frase que se ajusta a tu situación. Porque a la gente le condiciona, siente miedo a lo que desconoce, se abruma pensando si es hereditario o si puedes tener una recaída... y van distorsionando la imagen que tienen de ti. Pero no entres en pánico, demasiado tienes con la autoflagelación que ya has pasado. Y es totalmente normal que titubees las primeras veces al contar ciertas cosas, porque no quieres soltar algo que desencadene una alerta visual y acústica recorriendo la ciudad a toda pastilla. Nadie quiere ser el que va dentro de una ambulancia y menos repetirlo, si es el caso. Pero cuando logres descoser la zozobra y abras en canal las emociones, es conveniente saber que habrá gente que salga de tu vida y eso será positivo, porque no iban a aportarte mucho más... y los que se queden: atesóralos. (Que a ver, esto es muy genérico todo, cada persona es un mundo y lo que sirve para mí puede no servirte y viceversa).

La paciencia será un gran aliado así que si no gozas de una buena cosecha tendrás que cultivarla (sin estar haciendo apología a las drogas, que ni fumo ya hace más de la mitad de mi vida). Y no está de más que entiendas que aunque desde fuera te pueda parecer que alguien no se está esforzando lo suficiente, a veces con el simple echo de haber salido de la cama ha gastado toda la energía de la que disponía en ese momento.

El capítulo 12 (adiós a las voces) desenroscó la llave de paso de mis lagrimales. Tuve que parar de leer e intentar sacar a mi padre de mis pensamientos. Es complejo vestirse del otro y que no se te haga un nudo en el corazón. Y en el capítulo 16 donde él menciona a Ketto mis generosas lágrimas dibujan el nombre de Yuki.

Me parece, más que valiente, generoso el acto de compartir tu propia experiencia para que pueda ayudar a otras personas (eso no quiere decir que tenga que ceder sus ganancias a cualquier asociación que investigue las enfermedades mentales o que sirva para facilitar recursos y asesoramiento a los que están en un momento peliagudo). Y la verdad es que ha sido una lectura entretenida, electrizante y muchos más términos que podría poder para manifestar que me ha bañado en muchas sensaciones, pero lo dejaré en un agradecimiento a Ángel por plasmar en un libro tantas voces (#post-it #nohagaisruidoqueestoytrabajando) y a A. Moreno por acertar aunque ya haga tiempo que no le escribo carta a los Reyes Magos (aunque a veces sí pido cosas para los gatos que rescato 😬).

Y bueno, si eres de los que no se sienten atraídos por la lectura (creo que esos no habrán llegado a esta parte de mi reseña 😅), también está en audiolibro, narrado y comentado por él. Eso mola porque se percibe 100% del mensaje a través de la entonación y es como escuchar uno de sus monólogos (aunque yo lo he leído con su voz).

Y, parafraseando:
Te quiero mucho.
A hacer cosas.

Post-it.

Reseña y fotografía de Saray Pavón

miércoles, 18 de mayo de 2022

Sigue, como si estuvieras viva (reseña)

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Me casé con un libro. Sí. Habiendo leído sólo la primera página (ni siquiera el capítulo entero) de la previsualización que puso Rafael Fernández en su web. La preventa de la segunda edición (corregida y ampliada) de Sigue, como si estuvieras viva tenía esa peculiar y bonita condición: 'no sólo lo estás comprando, te estás casando con él'. Y no proseguí con las páginas liberadas porque con la primera carilla ya sabía que quería darme el atracón de palabras, que deseaba tenerlo ya entre mis manos.


Y por fin llega un sobre (aquí puedes ver el unboxing). Lo abro, destrozo el papel de regalo y me pongo el anillo simbólico de nuestra unión. Observo la chula e inquietante portada de Sigue, como si estuvieras viva, que está escrito, ilustrado, maquetado y diseñado por Rafael Fernández Ruiz. Por fin puedo devorarlo. Voy pasando páginas disfrutando de cada ilustración que aparece y encuentro los textos turbadoramente adictivos. Quieres continuar leyendo, saber más, saciar la curiosidad del qué va a pasar y todo eso es gracias al ritmo y estilo de escritura que tiene. Y las láminas (a todo color), que son el broche adecuado.

Te aconsejo que lo abras un día que puedas leer sin parar, porque te costará soltarlo en la estantería hasta que no termines. Es un chute de genialidad y originalidad, con giros que descuartizan la idea que ibas construyendo para darte algo todavía mejor. Brutal. Y siento que da para segunda parte (ojalá Rafa lo perciba así también). Ya sabéis que no soy de hacer spoilers así que leed sin recelo sobre qué va.

Las sombras son esas compañeras infatigables que nos siguen a todos lados y que nos llenan la cabeza de noes. También son los miedos hinchados, la conformidad con lo mediocre y la no lucha hacia los sueños. Tratan de boicotear nuestra felicidad, de acabar con la parte creativa. A veces adoptan una forma familiar (de padre, de pareja, de ídolo...) y, en otras ocasiones, utilizan nuestra propia voz para acallar ese deseo de romper con la rutina y lanzarse a cazar ilusiones.

Y hay que tener mucho valor para no escucharlas, para conseguir darles la espalda y no hacerles caso. Porque saben mucho: juegan con las inseguridades, nos venden que la estabilidad y la sensatez tienen un horario fijo y un salario a final de mes, nos hacen sentir que nuestras pasiones no merecen ni una oportunidad. Nos preguntan que cuántas personas conocemos que trabajen en lo que les gusta, nos susurran que nuestro ego es enorme y nos vamos a estrellar, nos ofrecen la comodidad de ser un eslabón más de la cadena. Las sombras son capaces de cualquier cosa con tal de conseguir otra cáscara gris de humano.

Lo recomiendo sin ningún pero y con orgullo (porque he elegido bien: me he casado con un librazo). Y tanto como autorregalo como para sorprender a alguien.

Me encanta que Rafa haya apostado por su escritura, que no se haya dejado apagar o empequeñecer por los requisitos editoriales y haya movido cielo y tierra para traer al mundo 10 novelas. Y siempre me surge la sensación agridulce con las -grandes- editoriales: me da coraje que incorporen libros atípicos a su catálogo sólo si están respaldados por un nombre archiconocido que les va a asegurar ventas y, a la vez, pienso que gracias a eso se normalizan obras diferentes. Por ejemplo, las voces que describe Ángel Martín (en su primera novela Por si las voces vuelven publicado por Planeta) se parecen a las sombras que se manifiestan en Sigue, como si estuvieras viva, publicado por 'Mi cabeza', creada por Rafa para dar cabida a sus inquietudes sin filtros de lo que es políticamente correcto y sin tener que ceñirse al estilo de los envases del resto de productos de una línea editorial; y la única diferencia es esa: el respaldo de una carrera disparada por la televisión. No malinterpretéis mi comentario: he disfrutado también con la lectura de Por si las voces vuelven pero me crispa el sistema que controla los escaparates de lo que consumimos.

Pero dejando de lado mi rebeldía contra los protocolos sociales, debo recalcar que he gozado mucho con Sigue, como si estuvieras viva, tanto que me declaro lectora frikifan de Rafa, de esas que nada más que puedan tendrán una estantería esclusiva para sus obras. Y no sé cómo son las otras novelas que tiene porque pese a que ha liberado todos los inicios en su blog, creo que sí me adentro en esos mundos sólo conseguiría salivar más y que la espera para leerlo al completo sea más larga.

Si he tardado en compartir la reseña es porque la etapa no estaba siendo muy propicia, pero no os preocupéis que estoy recuperando a Saray ;)

Si tienes curiosidad pero te da miedo lanzarte al vacío y comprar sin curiosear primero en la pedazo de web que se ha currado Rafa, si te vas al apartado tienda, cada libro tiene liberado el inicio... así que 'enjoy it' y sobre todo si te engancha: ¡hazte con él! Que me parece ultra importante el apoyar a artistas que apuestan por su trabajo, que se esfuerzan en dar lo mejor de sí mismos y que cuidan los detalles.

Reseña y fotografía de Saray Pavón

viernes, 18 de marzo de 2022

De columpios y charcos

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Son dos los libros de Luis Piedrahita que he disfrutado: Dios hizo el mundo en siete días... y se nota y, ahora, ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre encima de un charco?. Sigue en su línea de tornar situaciones comunes y diarias en una carcajada o un '¡anda que no!', porque ¿quién no ha pensado que hay momentos en los que sobra un brazo o que la cama debería tener un hueco para meterlo cuando te pones de lado?. Pero vayamos al inicio, justo a lo que encontramos antes de las geniales chifladuras de Piedrahita.

Buena selección para el prólogo. Alejandro Dolina nos adentra en el mundo de Luis, sin florituras ni pomposidades, en clave de humor, como no podría -o debía ser- de otra forma, y además resuelve la cuestión inicial. Dinámico y entretenido (aquí podéis leer un fragmento), como lo que encontramos después.

En éste libro encontraremos capítulos o cosas del cuerpo, cosas del agua, el mundo de la información, cosas de la cocina, avatares de la vida y otros objetos olvidados hasta ahora. Empieza muy en la línea de Dios hizo el mundo... pero es como si se hubiese quedado el tapón de la botella del libro, mientras era un borrador, un poco abierto y se le ha ido algo de gas. ¡Ojo! un poco, que no estés en todo momento con la risa o la lagrimilla tiene su lado positivo: no van a encontrarte muerto, con una sonrisa enorme, sí, pero tieso por asfixia de risa. Aunque ¡cuidado!, hay picos donde se recupera la chispa mortal.

Si queréis seguirle la pista a Luis Piedrahita en su blog, twitter,...

Reseña de Saray Pavón
Imagen: portada del libro. Fotografías de cubierta: Gonzalo Jerez, El Selenita; Diseño de cubierta: Erik Ziegler; Dirección de arte: Ximena Feijoo; Vestuario: Alegría y decisión.

sábado, 22 de enero de 2022

Las cicatrices

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Las cicatrices sirven para muchas cosas, pero sobre todo para hacerse el chulito.
Todos somos espermatozoides triunfadores. Desde ese abuelete que se baja del avión con cinco ensaimadas mallorquinas hasta el inventor de Cortylandia, todos hemos sido el más rápido entre 300 millones de espermatozoides, y algo nos ha quedado de eso. Todos sentimos una íntima satisfacción cada vez que destacamos en algo, da igual en qué aspecto:
-Me he comprado un iPhone nuevo que es más fino que una cáscara de huevo.
-Pues yo, una vez, me comí sesenta huevos duros de una sentada, y con cáscara.
-Pues yo, una vez, tuve una hernia inguinal con la cara de la Dama de Elche, pero me la quitaron y ahora tengo la cicatriz, mirad.
Ahí todos se callan. Cuando un hombre enseña una cicatriz, acto seguido todos empiezan a enseñar las suyas[...]

Fragmento de ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre
encima de un charco? de Luis Piedrahita
Imagen de Pixabay

domingo, 16 de enero de 2022

Así debe ser

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Pero si afirma que el cuadro está incompleto, así debe ser. Ya ha manifestado que todo lo suyo quedará sin terminar; que todas las cosas son apenas una tentativa hacia algo que nunca se puede alcanzar; que toda cultura humana es sólo un anhelo hacia algo irrealizable. Y que, por consiguiente, todo carece de sentido.

Fragmento de El enano, de Pär Lagerkvist
Imagen de Pixabay

viernes, 24 de diciembre de 2021

La dependienta

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La dependienta, de Sayaka Murata, apareció en los relacionados de una búsqueda de un libro que me interesaba e, inmediatamente, captó mi atención. La portada (imagen de Yuschav Arly y diseño de la cubierta de Elsa Suárez Girard) simple y directa, una composición equilibrada o exquisitamente minimalista, podría decir; el título y el querer descubrir literatura extranjera (para mí) me hicieron darle directamente a añadir al carrito.


Leí brevemente la sinopsis (para que no me destripasen mucho) y me convenció, aquí os la comparto: Keiko Furukura tiene 36 años y está soltera. De hecho, nunca ha tenido pareja. Desde que abandonó a su tradicional familia para mudarse a Tokio, trabaja a tiempo parcial como dependienta de una konbini, un supermercado japonés abierto las 24 horas del día. Siempre ha sentido que no encajaba en la sociedad, pero en la tienda ha encontrado un mundo predecible, gobernado por un manual que dicta a los trabajadores cómo actuar y qué decir. Ha conseguido lograr esa normalidad que la sociedad le reclama: todos quieren ver a Keiko formar un hogar, seguir un camino convencional que la convierta, a sus ojos, en una adulta.
Con esta visión hilarante de las expectativas de la sociedad hacia las mujeres solteras, Sayaka Murata se ha consagrado como la nueva voz de la literatura japonesa.


En las primeras páginas vislumbro la acidez y originalidad de Amélie Nothomb (concretamente me ha recordado a Metafísica de los tubos, mi favorito de los suyos) y eso ya es un punto a favor. Desde el presente donde encontramos a Keiko atendiendo a varios clientes, nos hace flashback y comienza a relatar una serie de sucesos infantiles que nos muestran su verdadero yo (su punto ásperger y/o pragmático), ese que tiene que ocultar para pasar desapercibida y encajar en la sociedad. Aquel trabajo repetitivo y metódico le aseguraba una estabilidad emocional, aunque para ello copiaba los patrones que le habían enseñado en el curso de formación inicial (la voz, cuándo sonreir, etc.).

De ritmo rápido y adictivo, voy pasando páginas con ganas de saber qué sigue, hasta qué pundo de la vida de Keiko nos va a mostrar Sayaka. Así que prefiero no hacer spoilers, no condicionar y dejar que sea la dependienta la que os lleve de la mano y os muestre dónde está la estantería que no encontrábais.

Para quien esté indeciso: la editorial DuomoEdiciones facilita un pdf con el principio de la novela.

Reseña de Saray Pavón
Imagen: Portada (imagen de Yuschav Arly
y diseño de la cubierta de Elsa Suárez Girard)

lunes, 20 de diciembre de 2021

En el amor siempre sobra un brazo

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Los brazos son esos cilindros de carne que cuelgan a los lados del cuerpo, muy útiles para que no se nos caigan las manos al suelo, para ponernos inyecciones, para pagar en los aparcamientos y para bailar break dance. Sin embargo, los brazos son muy molestos cuan- do uno se enamora, porque en el amor siempre sobra un brazo.

Vas al cine con tu novia y hay cuatro brazos para tres reposabrazos. ¡Ahí te sobra un brazo! No puedes hacer nada. Dices: «Ya sé, se lo pongo así por detrás». ¡Nooo! Porque los sillones de cine hacen efecto torniquete. Si la peli es larga se te corta la circulación.

Fragmento de ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre
encima de un charco? de Luis Piedrahita
Imagen de Pixabay

sábado, 18 de diciembre de 2021

El pensamiento...

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...el pensamiento humano tiene un dominio muy reducido. Sus alas son fuertes, pero el destino que nos ha dado es aún más fuerte. No nos deja escapar ni llegar más allá de lo que su voluntad permite. Nuestro recorrido está determinado, y tras un corto vuelo que nos llena de esperanza y de alegría somos rechazados hacia abajo, lo mismo que el halcón tirado por la cuerda del halconero. ¿Cuándo alcanzaremos la libertad? ¿Cuándo se cortará la cuerda...?

Fragmento de El enano, de Pär Lagerkvist
Imagen de Pixabay

miércoles, 24 de noviembre de 2021

lunes, 22 de noviembre de 2021

El lector ansioso

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El lector ansioso lee salteado.
Impaciente por saber lo que viene después, apunta a las bisagras del relato y trata de adivinar a golpe de vista cuáles pueden ser los párrafos superfluos.
El prólogo es lo primero que la gente decide no leer. Quizás no les falta razón. En los tiempos que corren, parece que las cosas no se deciden nunca a empezar. Siempre hay un paso previo, un telón, un discurso, una publicidad, un himno.
Las películas se demoran en interminables escudos y logotipos de estudios. Las conversaciones de negocios exigen que antes de comprar una mina de cobre haya que comentar durante al menos una hora las más aburridas bagatelas del momento.
Hago estas afirmaciones sabiendo que ya somos pocos: el batallón más numeroso de lectores anda tal vez por el segundo capítulo.
Sin embargo, creo que el preludio puede tener alguna utilidad. Acaso sirve para que el lector vaya acomodando su espíritu, para que sepa lo que se espera de él y para que no llegue a la obra vestido con ropas inadecuadas.
En este caso hay que prepararse para ser dichoso.


Del prólogo de ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre
encima de un charco? de Luis Piedrahita, por Alejandro Dolina.
Imagen de Pixabay.

sábado, 20 de noviembre de 2021

Gatos repudiados

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Los que me conocen saben que para mí no hay gato con esa etiqueta (ya que hasta podría llegar a cogerle cariño a los pelones o los achatados), que pese a mi alergia tengo varias ronroneadoras por la casa y que colaboro cuándo puedo con protectoras gatunas. Y precisamente a mis manos llegó el libro de Gatos Repudiados, de Eire, por un rescate tricolor.

Toda la historia previa me hace coger y abrir el libro con una sonrisa. Que se mantiene mientras me entero de que surgió por unos dibujos descartados para un proyecto que se publicó en 2018 con otras ilustraciones de Eire pero, para nuestra suerte, se atrevió a darles una segunda oportunidad creándoles una historia que Alianza editorial acogió en su regazo.

Tras la tapa dura se encuentra un catálogo de almas felinas donde nos presenta una clase de gato en un poema, su refrán, botiquín y hábitat. Es inevitable, si eres amante de los gatos y has rescatado o sido voluntaria, que tras cada descripción se abran las compuertas de tu memoria -con tristeza y cariño- (y estoy segura que tras la gruesa capa de miedo, con constancia y paciencia, se han tornado esas 'taras' en un motivo más de alegría en tus días). Se disfruta de una sentada y seguro que acertarás si le regalas este libro a una persona con esencia felina.



Reseña y fotografías de Saray Pavón
Ilustraciones de Eire