
I n s e g u r o s

Fragmento de ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre
encima de un charco? de Luis Piedrahita
Imagen de Pixabay
Paisaje en el que tu cuerpo descompuesto se convertirá en polvo, siendo simplemente un alma intangible que vagará solamente con los recuerdos de su juventud apasionada y vivaz. Época en la que la existencia es el placer del ser.
Etapa donde los sentimientos se deleitan con éxtasis plena. ¿Pero seguirías viviendo con esa intensidad si sabes que nunca vas a morir? Si descubrieras un elixir que te otorgara la eternidad, ¿realmente serías feliz? ¿Gozarías sabiendo que ese telón nunca va a bajar? Esta es la cuestión que se plantea estos cinco corazones mortales.
En un salón burgués del siglo XIX, un pobre cartero, lleva esperando desde el mediodía la firma de una carta. Nadie le dice nada. Todos los sirvientes van de derecha a izquierda con entradas y salidas multitudinarias, sin saber lo que ocurre. Entre los murmullos, resalta a voz la actitud bipolar, entre risas y gemidos del amo de la casa, el señor Ricardo. Joven de vida acomodada que al malgastar la herencia de su padre, recibe la de su tío, con la disparatada condición de no ser entregada hasta dentro de 60 años, desapareciendo entre pensamientos el sueño de casarse con la mujer de su vida, su novia, Valentina.
No obstante, su amigo médico y científico extrovertido, el doctor Bremón, encuentra la solución a los problemas económicos y amorosos de ambos por el transcurso del tiempo. La placentera inmortalidad. Antídoto para hacer sus vidas y así, el doctor casarse con su amada Hortensia, que debido a no tener estado de viuda por la pérdida de su marido en un naufragio, debe aguardar sin proposición alguna hasta que no pase 30 exagerados años. El cartero por instinto curioso a los chismorreos del servicio, oye tras la puerta toda la trama, chantajeando a Bremón de unirse a ellos cuatro, o contar el secreto que daría una presunta alegría a toda la humanidad. Con un chinchín de elixir entre copas, estos cinco carismáticos personajes brindan por un ¿felices para siempre?
El escritor de esta inverosímil trama española, es el madrileño Enrique Jardiel Poncela, con un humor entre sus palabras que creó polémicas en los abanicos sociales del siglo XX. Desde pequeño, este autor paseaba curioso entre debates políticos y el mundo de las artes por los museos, escribiendo con 11 años su primera novela. En el bachillerato comenzó a publicar sus primeros artículos humorísticos con gran emoción.
En su época de literato colaboró con distintos periódicos como La Nueva Humanidad, Los Lunes de El Imparcial, y la revista Buen Humor, entre otros muchos. En esta etapa conoció a artistas como José López Rubio, y el que para él fue su maestro, Ramón Gómez de la Serna. Con los años abandonó el mundo de la información para centrarse solo en la madre literaria y el género de la farándula, donde consiguió estrenar con éxito de taquilla su obra Una noche de primavera sin sueño, en el Teatro Lara. Más adelante comenzó a realizar novelas como Amor se escribe sin hache, con el objetivo de combatir con su humor absurdo el tópico romántico. Con la gloria de sus libros viajó a Hollywood para hacer varias películas de ellos, ganando incluso, el Premio Nacional de Teatro. Era el período de victoria de Jardiel Poncela.
No obstante, todo momento de esplendor tiene su decaída, y con el paso del tiempo, le acosaron las cartas del infortunio, en los amores con los desengaños; en la carrera con el fracaso; en la economía con la ruina; y en la salud con un cáncer de laringe. A los 50 años murió con el último deseo de que inscribieran en su tumba: Si queréis elogios, moríos.
Con su burla grotesca en esta obra de teatro, los lectores se dejan llevar por un sutil manto de reflexión de que un para “siempre” cuando es eterno, se convierte en odioso. Mejor perdurar en una vida conclusa, que una angustiosa donde la existencia se transforma en deseo de suicidio. La vida es bella porque sabemos que luego nos aguarda la tragedia. El goce de vivir, sin el drama del Ángel Caído, no es existencia. Los humanos nos acogemos a lo que ya conocemos, porque así logramos controlar nuestro camino, mientras que lo desconocido, lo preferimos abandonar en la ignorancia. ¿Elegirías una sugerente eternidad o una rutinaria mortalidad? Juzguen por medio de estos cinco corazones de problemas disparatados en una absurda realidad.
Un libro reinado por la prosa seca procedente de las letras de Agota Kristof, escritora húngara que abandonó su país tras ser aplastados por las tropas del Pacto de Varsovia. Casada tras 5 años de exilio y trabajando en una fábrica, cambió radicalmente su rumbo, dejando a su marido, para empezar su coqueteo con la lengua francesa y escribir libros en este idioma. Con su ingenio ha conseguido varios galardones, como El Premio Europeo a la Literatura Francesa con su obra El gran cuaderno, el Premio Gottfried Keller y del Estado de Austria de Literatura Europea.
Con un estilo escaso de descripción a la vez que exquisito, este libro encauza en cada letra el sufrimiento de la muerte de humanos entre humanos por pensamientos diferentes, contado desde la inocente perspectiva de dos niños, que evolucionan con los años, embriagándose de una despiadada realidad que parece eterna en los hombres. Un juego de armas de un retorno sin fin.
Una reseña de Laura Campos
Post-it.
Reseña y fotografía de Saray Pavón
Y por fin llega un sobre (aquí puedes ver el unboxing). Lo abro, destrozo el
papel de regalo y me pongo el anillo simbólico de nuestra unión.
Observo la chula e inquietante portada de Sigue, como si estuvieras
viva, que está escrito, ilustrado, maquetado y diseñado por Rafael
Fernández Ruiz. Por fin puedo devorarlo. Voy pasando páginas disfrutando
de cada ilustración que aparece y encuentro los textos turbadoramente
adictivos. Quieres continuar leyendo, saber más, saciar la curiosidad
del qué va a pasar y todo eso es gracias al ritmo y estilo de escritura
que tiene. Y las láminas (a todo color), que son el broche adecuado.
Te
aconsejo que lo abras un día que puedas leer sin parar, porque te
costará soltarlo en la estantería hasta que no termines. Es un chute de
genialidad y originalidad, con giros que descuartizan la idea que ibas
construyendo para darte algo todavía mejor. Brutal. Y siento que da para
segunda parte (ojalá Rafa lo perciba así también). Ya sabéis que no soy
de hacer spoilers así que leed sin recelo sobre qué va.
Las
sombras son esas compañeras infatigables que nos siguen a todos lados y
que nos llenan la cabeza de noes. También son los miedos hinchados, la
conformidad con lo mediocre y la no lucha hacia los sueños. Tratan de
boicotear nuestra felicidad, de acabar con la parte creativa. A veces
adoptan una forma familiar (de padre, de pareja, de ídolo...) y, en
otras ocasiones, utilizan nuestra propia voz para acallar ese deseo de
romper con la rutina y lanzarse a cazar ilusiones.
Y hay que
tener mucho valor para no escucharlas, para conseguir darles la espalda y
no hacerles caso. Porque saben mucho: juegan con las inseguridades, nos
venden que la estabilidad y la sensatez tienen un horario fijo y un
salario a final de mes, nos hacen sentir que nuestras pasiones no
merecen ni una oportunidad. Nos preguntan que cuántas personas conocemos
que trabajen en lo que les gusta, nos susurran que nuestro ego es
enorme y nos vamos a estrellar, nos ofrecen la comodidad de ser un
eslabón más de la cadena. Las sombras son capaces de cualquier cosa con
tal de conseguir otra cáscara gris de humano.
Lo recomiendo sin
ningún pero y con orgullo (porque he elegido bien: me he casado con un
librazo). Y tanto como autorregalo como para sorprender a alguien.
Me
encanta que Rafa haya apostado por su escritura, que no se haya dejado
apagar o empequeñecer por los requisitos editoriales y haya movido cielo
y tierra para traer al mundo 10 novelas. Y siempre me surge la
sensación agridulce con las -grandes- editoriales: me da coraje que
incorporen libros atípicos a su catálogo sólo si están respaldados por
un nombre archiconocido que les va a asegurar ventas y, a la vez, pienso
que gracias a eso se normalizan obras diferentes. Por ejemplo, las
voces que describe Ángel Martín (en su primera novela Por si las voces
vuelven publicado por Planeta) se parecen a las sombras que se
manifiestan en Sigue, como si estuvieras viva, publicado por 'Mi
cabeza', creada por Rafa para dar cabida a sus inquietudes sin filtros
de lo que es políticamente correcto y sin tener que ceñirse al estilo de
los envases del resto de productos de una línea editorial; y la única
diferencia es esa: el respaldo de una carrera disparada por la
televisión. No malinterpretéis mi comentario: he disfrutado también con
la lectura de Por si las voces vuelven pero me crispa el sistema que
controla los escaparates de lo que consumimos.
Pero dejando de
lado mi rebeldía contra los protocolos sociales, debo recalcar que he
gozado mucho con Sigue, como si estuvieras viva, tanto que me declaro
lectora frikifan de Rafa, de esas que nada más que puedan tendrán una
estantería esclusiva para sus obras. Y no sé cómo son las otras novelas
que tiene porque pese a que ha liberado todos los inicios en su blog,
creo que sí me adentro en esos mundos sólo conseguiría salivar más y que
la espera para leerlo al completo sea más larga.
Si he tardado
en compartir la reseña es porque la etapa no estaba siendo muy propicia,
pero no os preocupéis que estoy recuperando a Saray ;)
Si tienes curiosidad pero te da miedo lanzarte al vacío y comprar sin curiosear primero en la pedazo de web que se ha currado Rafa, si te vas al apartado tienda,
cada libro tiene liberado el inicio... así que 'enjoy it' y sobre todo
si te engancha: ¡hazte con él! Que me parece ultra importante el apoyar a
artistas que apuestan por su trabajo, que se esfuerzan en dar lo mejor
de sí mismos y que cuidan los detalles.
Reseña y fotografía de Saray Pavón
Fragmento de ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre
encima de un charco? de Luis Piedrahita
Imagen de Pixabay
Fragmento de El enano, de Pär Lagerkvist
Imagen de Pixabay
Leí brevemente la sinopsis (para que no me destripasen mucho) y me convenció, aquí os la comparto: Keiko Furukura tiene 36 años y está soltera. De hecho, nunca ha tenido
pareja. Desde que abandonó a su tradicional familia para mudarse a
Tokio, trabaja a tiempo parcial como dependienta de una konbini, un
supermercado japonés abierto las 24 horas del día. Siempre ha sentido
que no encajaba en la sociedad, pero en la tienda ha encontrado un mundo
predecible, gobernado por un manual que dicta a los trabajadores cómo
actuar y qué decir. Ha conseguido lograr esa normalidad que la sociedad
le reclama: todos quieren ver a Keiko formar un hogar, seguir un camino
convencional que la convierta, a sus ojos, en una adulta.
Con esta visión hilarante de las expectativas de la sociedad hacia las
mujeres solteras, Sayaka Murata se ha consagrado como la nueva voz de la
literatura japonesa.
En las primeras páginas vislumbro la acidez y originalidad de Amélie Nothomb (concretamente me ha recordado a Metafísica de los tubos,
mi favorito de los suyos) y eso ya es un punto a favor. Desde el
presente donde encontramos a Keiko atendiendo a varios clientes, nos
hace flashback y comienza a relatar una serie de sucesos
infantiles que nos muestran su verdadero yo (su punto ásperger y/o
pragmático), ese que tiene que ocultar para pasar desapercibida y
encajar en la sociedad. Aquel trabajo repetitivo y metódico le aseguraba
una estabilidad emocional, aunque para ello copiaba los patrones que le
habían enseñado en el curso de formación inicial (la voz, cuándo
sonreir, etc.).
De ritmo rápido y adictivo, voy pasando páginas
con ganas de saber qué sigue, hasta qué pundo de la vida de Keiko nos va
a mostrar Sayaka. Así que prefiero no hacer spoilers, no condicionar y dejar que sea la dependienta la que os lleve de la mano y os muestre dónde está la estantería que no encontrábais.
Reseña de Saray Pavón
Imagen: Portada (imagen de Yuschav Arly
y diseño de la cubierta de Elsa Suárez Girard)
Vas al cine con tu novia y hay cuatro brazos para tres
reposabrazos. ¡Ahí te sobra un brazo! No puedes hacer
nada. Dices: «Ya sé, se lo pongo así por detrás». ¡Nooo!
Porque los sillones de cine hacen efecto torniquete. Si la
peli es larga se te corta la circulación.
Fragmento de ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre
encima de un charco? de Luis Piedrahita
Imagen de Pixabay
Fragmento de El enano, de Pär Lagerkvist
Imagen de Pixabay
Fragmento de La dependienta de Sayaka Murata
Imagen de Pixabay
Del
prólogo de ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre
encima
de un charco? de Luis Piedrahita, por Alejandro Dolina.
Imagen de Pixabay.
Los que me conocen saben que para mí no hay gato con esa etiqueta (ya
que hasta podría llegar a cogerle cariño a los pelones o los achatados),
que pese a mi alergia tengo varias ronroneadoras por la casa y que
colaboro cuándo puedo con protectoras gatunas. Y precisamente a mis
manos llegó el libro de Gatos Repudiados, de Eire, por un rescate
tricolor.
Tras la tapa dura se encuentra un catálogo de almas felinas donde nos presenta una clase
de gato en un poema, su refrán, botiquín y hábitat. Es inevitable, si
eres amante de los gatos y has rescatado o sido voluntaria, que tras
cada descripción se abran las compuertas de tu memoria -con tristeza y
cariño- (y estoy segura que tras la gruesa capa de miedo, con constancia
y paciencia, se han tornado esas 'taras' en un motivo más de alegría en
tus días). Se disfruta de una sentada y seguro que acertarás si le
regalas este libro a una persona con esencia felina.
Reseña y fotografías de Saray Pavón
Ilustraciones de Eire