viernes, 3 de febrero de 2023
viernes, 4 de noviembre de 2022
La parejita...
Y ya que estamos con cómics... por qué no comentar también otro par del mismo género que he disfrutado un montón: El tesorero de Ibáñez y La concejala de igualdad (texto: Teresa Domingo, dibujo: Frigault García) ambos de una actualidad mordedora, fuerza expresiva y siguiendo en la deliciosa línea ironía que saben trazar algunos artistas.
Sabéis que no me gusta destrozar las historias y que creo que es mejor adentrarse en el libro para descubrir las maravillas que encierra así que de El tesorero sólo os diré que los personajes Mortadelo y Filemón se ven embarcados en una nueva odisea, perdón, quería decir: aventura, en busca y captura de un pez gordo. Comparto una de las viñetas que me gustó (semejante a una de Engelke):
Y seguimos con el sentido de humor activado en nuestro cerebro para adentrarnos en la concejala de igualdad, que nos hará pasar un ratazo. Para que sepáis qué váis a encontrar os pongo la trama: la publicación de un libro de cuentos con motivo de la celebración del Día de la Mujer Trabajadora por parte de un Ayuntamiento, se convertirá en escenario de una comedia irónica donde toda clase de enredos suceden alrededor de la Concejala de Igualdad. He de recalcar que me encantan los dibujos y el diseño del cómic.
Hoy ha sido un 3x1 cañero, quizás estoy a piñón a ver si este año consigo llegar a mi reto de los 1000libros leídos, que me encanta cumplir mis propósitos :D
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martes, 6 de septiembre de 2022
Cabeza borradora
Suelos con rayas zigzag, muebles peculiares y antiguos, simetría y caos conviven dentro de losclaroscuros platós donde la historia se va desmenuzando. Es fácil empatizar con el personaje principal, Henry Spencer, ya que se le plantean muchas situaciones comunes: la atracción a lo prohibido, el demorar la llegada porque incluso la ciudad vacía -medio derruida- genera más confort que una casa llena de desconocidos con los que tendrás que compartir muchos momentos futuros, etc.El rostro de la impaciencia de Mery, conversaciones entre eslabones de una cadena que mueve la ciudad, la dominación y el sentido de superación del padre de Mery encaminan a ese mítico momento de la cena en familia en el que el pollo empieza a moverse y a sangrar que me parece una alusión a la incomodidad del protocolo de formalizar la relación ¿a quién no se le ha atragantado alguna de estas comidas? o ¿quién no ha sentido esa tensión que se podía cortar con un cuchillo en el ambiente? Sobre todo cuando la noticia que te ha llevado allí desata tu pánico a ser padre. La vida te arrastra y tienes que apechugar con los errores que has cometido. Pasas de la soltería a un matrimonio impuesto por un bebé prematuro.La música te va manejando a su ritmo, te hace vivir el film como si fueses un personaje más de aquella grotesca escenografía. Henry Spencer, intenta evadirse de su realidad entre sueños que se tornan a pesadilla donde su subconsciente le invita a acabar con su sufrimiento cantándole “In heaven, everything’s fine”, apareciendo nuevamente la muerte (de su hijo o propia) como salida a ese ritmo de vida vertiginoso que le ha apresado, sobre todo tras un aborto de Mery y una infidelidad.
viernes, 18 de febrero de 2022
Cine desde otros dos ángulos
Imagen de Showgirls (cartel)
jueves, 20 de enero de 2022
Sólo soy una persona
sábado, 2 de octubre de 2021
2049
Nuestra ciudad es desoladora. Arrecia la lluvia ácida, de forma incesante, sobre aquellas pobres almas atrapadas en una torre de Babel atestada de luz eléctrica –como las ovejas–. Una luz azul. ¿Recuerdas el color del cielo? Tampoco yo. Vivimos en una jodida colmena, huecos horadados en ventanas oscuras y negras, que nos miran con ojos opacos. Avisperos furiosos de androides desilusionados y desencantados. Vivimos en la Metrópolis de Fritz Lang, en el cómic de Moebius. Lo sé porque lo he visto. Lo sé porque lo veo. Lo sé porque yo soy el ojo que vertebra el argumento subyacente. El ojo que atraviesa las fronteras y los límites metafísicos de una realidad resquebrajada, cruda. Una realidad abierta en canal hacia una dimensión espiritual.
domingo, 22 de agosto de 2021
Peter Pan y el secreto del polvo de hadas
consideren fans acérrimas de la figura de Peter Pan, ya que se muestra una versión desvirtuada, y en algún caso denigrante, de nuestro compañero del País de Nunca Jamás, así como del resto de personajes, aunque siempre tratada desde la propia opinión y, sobre todo, desde el respeto y el humor. Cabe añadir que yo misma he sido (y soy) fiel defensora de “El Complejo de Peter Pan”, por lo que en ningún momento albergo ninguna pretensión de crear una visión negativa de este “eterno niño”.
¡ATENCIÓN SPOILER! Quién sabe, lo mismo hay quien no ha leído la obra o visto la famosa película de Disney… yo aviso, por si.
Puedo decir que durante una etapa de mi niñez la historia de Peter Pan era de mis favoritas, ya que además me movía (y todavía me muevo a veces) en esa filosofía de no querer ser mayor, envejecer y todo lo malo que conlleva ser una persona adulta. Pero, no sé cómo pasó, de pronto, mi mente juvenil le dio una vuelta de tuerca a la historia y leyó entre las líneas del cuento un significado completamente diferente del que hasta entonces le había dado y empecé a tejer una oscura explicación de lo que consideraba mi versión connotativa de las aventuras de este personaje tan peculiar.
Mi perversa imaginación empezó a atar cabos hasta convertir un inocente cuento infantil en toda una
trama oculta sobre los narcóticos, su uso y sus consecuencias, así como todo lo que rodea el mundo de la drogadicción (aquí el lector o la lectora empieza a pensar si no soy yo la que consume estupefacientes – puedo prometer que no, todo en mi cerebro es química natural).
A ver, he aquí mi interpretación: tenemos una familia londinense compuesta por padre, madre, la hija mayor y dos niños más pequeños. El matrimonio sale a cenar y deja a sus tres descendientes, menores de edad, a cargo de Nana, la niñera-perra… SÍ, es una perra, tipo San Bernardo, que les sirve el jarabe y les recoge la habitación, todo muy normal…ya. Puede que a finales del XIX eso fuera lo habitual, incluso a final de los años 50 del XX (lo de irse de casa y dejar a las criaturas allí solas; lo de la perra no es lógico en ninguna época), pero eso hoy día es abandono infantil.
No sabemos que lleva el jarabe que la perra les suministra a Wendy y a sus hermanos, pero de pronto entra en escena la sombra de Peter Pan: LA SOMBRA… porque está separada de su dueño, que por cierto llega a buscarla de inmediato acompañado por un hada. Persigue a la sombra por toda la habitación, desordenándola como buen amigo y, finalmente, cuando la atrapa (es una sombra tangible), la buena de Wendy se la cose al zapato. Ni las historias de gente que tomaba setas alucinógenas, daban para tanto.
Y aquí llega el elemento estrella, el que me abrió los ojos: El polvo de hada. Peter Pan pretende que Wendy, Jack y Michael se vayan con él volando por el espacio exterior y, para eso, que mejor que pensar en algo encantador, un pensamiento feliz y una canción pegadiza que te dice: “Volarás, volarás”. Pero NO. No vale, para volar de verdad no basta con pensar en cosas felices, hay que usar polvo de hada…y entonces “volarás, volarás”. ¿Soy la única que ve clara la relación con la cocaína? Encima dejan a la perra-niñera flotando en el aire y se van con toda su tranquilidad. ¿Quién en su sano juicio sería capaz de hacerle eso a su perra? Estar bajo los efectos de la cocaína puede ser una buena explicación.
La cosa continúa con la relación de “los niños perdidos” y Wendy, a la que Peter ya advirtió que sería su madre, que les leería cuentos y les cuidaría. Eso me hace vincular inmediatamente a estos personajes con drogadictos, enganchados al polvo de hada que viven en su mundo de fantasía donde no tienen que tener las responsabilidades de las personas adultas y viven felices brincando por las praderas, pero que en su fuero interno lo que sienten es una profunda necesidad de afecto maternal, cuya carencia sea el motivo mismo que les ha llevado a la adición a las drogas. Están perdidos… enganchados…
Enganchados por culpa de Campanilla. Que no os engañe su tamaño y su presencia tan graciosa, ese tintineo y esa supuesta fragilidad. Campanilla es el auténtico “camello” que suministra la farlopa. Ella es la interesada en mantener a los niños perdidos en el País de Nunca Jamás; que también el nombrecito… claro, una vez que entras en la droga ya… es difícil salir. De hecho, monumental cabreo que pilla el hada de nuestra historia cuando Wendy se convierte en alguien importante para Peter y encima pretende meter en vereda a los niños perdidos hablándoles de lo que es tener una madre de verdad. Parece que ve peligrar el negocio y se encarga de intentar eliminar a la voz de la conciencia que supone Wendy, no vaya a ser que consiga desintoxicar a los chavales y ya no tenga clientes.
Por el camino nos vamos encontrando con: la comunidad india, que no son más que porretas que
están todo el día fumando “la pipa de la paz” y que mientras no les metan en problemas están ahí a lo suyo; las sirenas, que… no sé, son como unas “chonis marroneras” que no dejan que nadie se acerque a su Peter Pan, el cual, por cierto, es un auténtico Latin Lover; y por último: LOS PIRATAS.
Estos se merecen párrafo aparte, porque, si Campanilla es la que suministra la droga, Peter Pan la mala influencia que va haciendo que la gente caiga en ella y los niños perdidos el resto de enganchandillos… ¿Quiénes pueden ser los piratas? Creo que después de todo el follón que he montado, no puede haber otra respuesta más que ¡La POLICÍA! Pensadlo un poco, siempre a la caza y captura del líder de la banda, para lo cual usan las artimañas que creen convenientes con la intención de atraerlo hasta su área de acción. Son los malos de la película y no parecen tener interés por el polvo de hada para sí mismos (SPOILER OTRA VEZ: teoría que se me desmonta con las aventuras de Campanilla en las que Garfio quiere el polvo de hada para su beneficio - ¿poli corrupto?). Redondea este peculiar cuadro el simpático personaje del cocodrilo, que acosa a Garfio queriéndole alcanzar al ritmo del tic tac del reloj que hay en su interior, como símbolo del tiempo que se va escapando y que hace más lejana la recuperación de los niños perdidos.
Y como remate final, no solo Wendy y sus hermanos dicen NO a la droga queriendo volver a casa con su padre y con su madre (en plan: la fiesta ha estado bien, pero este no es mi rollo) sino que al llegar a casa en el barco volador, el Sr. Darling se asoma por la ventana y dice, rememorando tiempos mejores, aquello de que recordaba a ver visto ese mismo barco cuando era joven... ¡Ajá! O sea que también tuvo su coqueteo con sustancias psicotrópicas ¿no? Y lo que es peor: como venían de fiesta, a saber lo que se habían tomado para ser capaz de ver el barco.
Hasta aquí mi narcótica versión de Peter Pan y El País de Nunca Jamás y mi teoría del mensaje subliminal. Para algunos y algunas todo esto seguramente sea una parida monumental a la que le encontraréis lagunas por todas partes, pero bueno, cada persona interpreta las cosas como quiere ¿no?
domingo, 8 de agosto de 2021
Abandonados vs. Adoptados: Pelis
A. Moreno
Abandonada: Son muchas, muchísimas las películas que jamás veré porque el mero cartel me puede asquear, incluso el título puede repugnarme hasta plantarle el veto definitivo. No es más que una decisión personal, una forma de proteger mis neuronas, tal vez. Si sumamos a esto las que me han hecho caer en un profundo sueño (Resident Evil II, Ché, etc.) y las que me decepcionaron horriblemente (La noche del cazador, Sólo Dios perdona, etc.) el catálogo puede ser interminable y me pidieron que fuera breve. Sin embargo, si hay una peli que me llama la atención pero a la que apenas he arañado unos minutos del metraje, esa es 2001: Una odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968). Si me preguntasen por el motivo, realmente no sabría qué responder. Voy a cumplir 35 años y no he encontrado el hueco entre miles de horas disponibles. Algún día me colocaré esos dispositivos en los ojos que aparece en una de las secuencias más memorables de La naranja mecánica, otra que me costó años ver entera.
Adoptada: Es algo más que una simple peli, adaptación de algo más que una simple novela. Es una declaración de principios, un sueño que jamás haría realidad porque no tengo las agallas necesarias ni la capacidad de liderazgo de los protagonistas. El club de la lucha (David Fincher, 1999) es ESA película que necesita más de un visionado para extraer todo el jugo. En mi caso tengo grabado a fuego cada diálogo, cada plano, cada particularidad. Y siempre quiero verla otra vez, porque estoy convencido de que todavía queda algún detalle que se me ha escapado en alguna de las decenas de veces que la he disfrutado. Y pensar que me la perdí en el cine… Menos mal que un gran amigo me convenció para verla, en VHS.
Mario Tornillo
Abandonada: Normalmente me sobran muchos efectos especiales, persecuciones trepidantes, peleas coreografiadas, disparos que pasan rozando y explosiones que tiznan la cara y no rompen el tímpano. Partiendo de que habitualmente esas no las llego ni siquiera a empezar, la película abandonada tiene que ser otra: entre el blanco, el negro y las alas del ángel, me dormí viendo El cielo sobre Berlín. No pretendo con esto desmerecer la cinta, seguramente le daré otra oportunidad. No correrá esa suerte Harry Potter, que gastó la suya en la primera. Para evitar ir dejando películas abandonadas en las cunetas, procuro ver las que intuyo que me van a gustar (¡y se me van acumulando!).
Adoptada: Estoy dispuesto a apadrinar historias redondas, entretenidas y con buen chimpún, como Los chicos del coro o La vida de los otros, por la estructura narrativa, por su humanidad, por sus reconciliaciones, porque al terminar soy más feliz. Quizás esas son algunas de las características por las que me conquista una película y esos son simplemente dos títulos que a bote pronto he recordado. No son las únicas, ya que no sería posible dejar fuera los primeros minutos de Up, ¡adopto esos minutos!, y no se me ocurre mejor manera de huir de balas y bombas que en cuclillas, como El Monstruo de Roberto Benigni.
Saray Pavón
Abandonada: Ya no puedo decir El padrino (sí, habéis leído bien), pero casi. Aunque es interesante tiene un ritmo que mis párpados no toleraban, comenzaban a caerse y se llenaba la habitación de zetas (zZzZ). Como al final pude aguantar (con bebidas energéticas, café, etc.) y mi memoria me ha hecho olvidar un sinfín de títulos, que calzarían perfectamente aquí, tendré que hablar de una que hasta se me atraganta el nombre y es Torr... agr, espera. Torre.. buag. Un momento que tome aire. Torrente. Puf ¿Por dónde empezar? Ok. Pienso que Santiago Segura lo hizo como crítica y le doy un 10 en actuación (sobre todo por las entrevistas que he visto, dista mucho del personaje con lo bien que se expresa y su opinión) PERO me parece un reflejo de todo lo asqueroso del ser humano. No me arrancó ni una sonrisa (mucho menos risas) y de hecho consiguió marcarme tanto, para mal, que en mi cabeza salta una alarma cuando alguien me dice que le gustó (el Sexappeal dice: ¡Vemos!).
Adoptada: Ahhhhhhhh ¿Sólo una he de elegir? ¡No puedo! ¿Dónde dejo El club de la lucha, Origen, Eclipse Total, 4 minutos, American history X o el cine de David Lynch? ¿Qué hacer con las maravillas de Isabel Coixet? Aunque quizás debería decir Las horas y contar el porqué. Recuerdo que cuando la vi por primera vez no me había leído el libro, de Virginia Woolf, por lo que mi cerebro iba sin instrucciones; creo que cuando no sabes qué te vas a encontrar estás más expuesto a las emociones y a la sorpresa, eso me sucedió. Me engancharon y cautivaron tanto las historias entrelazadas, me pellizcó tan fuerte el corazón que mis ojos se volvieron mediterráneos y se desbordaron hasta el atlántico y tuve que ponerla una segunda vez para llorar todo. Y una tercera para despedirme de los personajes, ya con un poco de más calma. No creo que esto vuelva a repetirse con otro film y por eso, más que adoptarla, creo que es una pieza del puzzle que me conforma.
Álex Ruiz
Abandonada: Realmente no tengo ninguna película abandonada. Todas las he visto hasta el final. Sí nombraré una que vi en el cine en 2004 y que menos mal que era corta, 84 minutos, porque todos queríamos salir de allí cuanto antes. No es otra que El leñador. Aunque sea cine independiente y tenga una nota aceptable fue un tostón del que no recuerdo ni la mitad. El protagonista sale de la cárcel por abuso de menores y se pasa todo el metraje deprimido y vigilado tanto por familiares como por un policía local sin que ocurra nada especial. Lo único interesante fue un diálogo entre el policía y el protagonista, no por el diálogo sino porque se veía el micro en el techo entrando y saliendo de plano continuamente.
Adoptada: Los libros superan a las películas, esa es la regla, y toda regla tiene su excepción. La novena puerta está basada en el libro El club Dumas. En sí el libro de Pérez-Reverte es muy bueno haciendo que dos tramas avancen simultáneamente y se mezclen. La película descarta una de las líneas argumentales centrándose sólo en una de ellas pero tomando algunos elementos de la descartada para enriquecerla; básicamente tres personajes con distintos roles. El resultado es otra versión de la misma historia, mejorada y más oscura que la original, una excelente conversión de una trama secundaria en la principal. Recomendable película.
Jesús Paluzo
Abandonada: Es raro que no termine de ver una película y, si esto ha pasado, posiblemente sea porque haya previsto mal el tiempo y tuviera que salir o, incluso que me apeteciera demasiado empezar a verla y luego, nunca la acabase. Sin embargo, esto no me pasó con El bueno, el feo y el malo (1966), ni tampoco con Casablanca (1942), ambas me hicieron comprobar que eso que llaman aburrimiento también podía pasar por mí… Sí, creo que dos oportunidades les di a cada una. Es posible que presente cierta aversión por las películas antiguas (malos gráficos y pésimo sonido), no me quejo en ningún momento de la trama de las anteriores a 1985, pero no tolero lo audiovisual; supongo que soy de las nuevas generaciones.
Adoptada: La peli adecuada en el momento adecuado podría implicar la pieza que conecte el próximo puzle en tu mente. Tanto es así que muchas de las últimas obras cinematográficas que he disfrutado han sido el producto de una búsqueda marcada por esa idea. Big Hero 6 se ha convertido en mi película adoptada. Posiblemente, por mi faceta de diseñador y afán por las invenciones o, tal vez, por esa entrañable emoción que me despiertan las películas de animación, gracias a la saturación de los colores, la simplificación de los escenarios y los sonidos, por supuesto, distintos de la realidad. Puede ser, simplemente, porque me hagan soñar con mayor facilidad. Recomiendo encarecidamente Stockholm de Rodrigo Sorogoyen para los amantes de los análisis psicosociales y las conversaciones profundas. Aunque tampoco podía pasar sin mencionar una de mis pelis favoritas – es de esas que solo se ven una vez, pero se disfrutan demasiado – Olvídate de mí protagonizada por Jim Carrey (¡Guacheles! ¡Adoro a ese tío!).
Migue Carrión
Abandonada: Vale, tras una ardua deliberación de… digamos tres segundos, tengo que reconocer que poner un título sobre todos los demás que he desestimado me va a costar bastante más tiempo del que tengo pero, por decir alguna que verdaderamente me doliera, Ghost Rider. ¿A quién se le ocurrió destrozar una adaptación de la Marvel con un ente como Nicholas Cage? Obviamente la secuela ni me la planteo.
Adoptada: En contraposición a Nicolás Jaula, como adoptadas puedo incluir una miríada de películas de Kevin Spacey, empezando por Sospechosos habituales, K-Pax, Atando cabos, o American Beauty… Y si hablamos de cine en español, que sí, que os digo que también hay películas buenas en español (y las estáis viendo en versión original, para que no digan los más progres) yo propongo dos títulos, (aunque me quedo muy corto). No habrá paz para los malvados, protagonizada por Jose Coronado, que con el tiempo se ha convertido en una de las apuestas seguras del cine español y Nueve Reinas, (he dicho en español, no españolas) con Ricardo Darín, un actor que arreglaría hasta una película de Nicholas Cage.
Creo que nadie se ha percatado de que detesto a Nicholas Cage.
David Losada
Abandonada: Es raro que no termine de ver una película, ya que suelo darles la oportunidad completa (por si mejoran al final jeje), para luego caer en el olvido. De este tipo apuntaría a toda la serie Transformers, que si no fuera por estar con mis hijos las eliminaría de la faz de la Tierra ;). Y otras te preguntas cómo han tenido tanta taquilla cuando su argumento dormiría a un búho, como El código Da Vinci, en la que me pasé la película preguntándome si pasaría algo interesante a continuación, u otras que en su momento vi pero que ahora me arrepiento de haber perdido el tiempo como las de la saga Crepúsculo (sí, mortalmente malas, ataque de romanticismo que tuve supongo, no me extraña que a mi chica no le gustaran).
Adoptada: Menos mal que estas abundan mucho más, y hay muchos clásicos que vi más tarde ya que en el primer visionado de mi juventud no las disfruté; la serie de El padrino, por la que no pasa el tiempo, por ejemplo, intrigas familiares y negocios sucios magistralmente contados. O todas las de animación del estudio Ghibli (la Disney japonesa), con verdaderas joyas como El castillo en el cielo, El viaje de Chihiro, Porco Rosso o El Castillo ambulante, por mencionar alguna. En ellas la fantasía, imaginación y cultura japonesas se representan a partes iguales con el amor por la naturaleza y los principios de bondad e integridad como principales ingredientes.
miércoles, 14 de julio de 2021
Street Spirit (fade out)
jueves, 8 de julio de 2021
Todo es ficción
Así empieza "El ministerio del Dolor" de Dubravka Ugrešić, con una nota que nos advierte que la novela es ficción: narradora, historia, situaciones y personajes. No logro recordar dónde leí un fragmento de este libro ni cuál es o si me lo recomendaron pero lo tenía apuntado en una lista que este año he ido descargando de títulos. Y de repente aquí me encuentro marcando con papelitos fragmentos que leeré en un programa de radio.
http://www.ivoox.com/playerivoox_ee_4646638_1.html
http://www.ivoox.com/playerivoox_ee_4647889_1.html
http://www.ivoox.com/playerivoox_ee_4650624_1.html
http://www.ivoox.com/playerivoox_ee_4650639_1.html
Reseña de Saray Pavón
martes, 6 de julio de 2021
S. y el principito
Cuando me estoy haciendo mayor… desde mi estantería, comienza El Principito a repetirme la misma pregunta (él nunca deja de formular una hasta que no se le responde), no entiende que no tenga a mi amapola protegida por una urna o que actúe como un adulto. Trato de calmarlo y le digo que el segundo dibujo es una boa que se ha comido a un elefante.
Al principio me molestaba que interfiriese en mis días sin previo aviso, pero ayer me pinté las uñas monocromáticamente a modo de invitación (necesitaba una de esas conversaciones sobre las cosas que están ahí y dejamos de contemplar al crecer). Me soltó con tono grave que estaba envejeciendo. No le di importancia (como un adulto cuando un niño le confiesa sus pensamientos), luego... se convirtió en la tarea primordial a resolver. Tenía razón.
Me da miedo percibir sólo el eco de su voz por eso lo releo cada cierto tiempo. Esa acción me limpia el cerebro de baobabs, espanta mis puestas de Sol y me recuerda que está tan sólo a una llamada de mí, a varias estrellas y una migración de pájaros salvajes.
El reloj marcaba las 2:11 a.m., preparé un vaso de leche (él es como si nunca tuviese hambre ni sed), me reveló el secreto de su zorro domesticado (“lo esencial es invisible a los ojos”) y entre juegos recuperé mi espontaneidad y las horas pasaron -lo noté en mis parpados- y volví a quedarme dormida a la orilla de mi pupitre. Entonces él, en silencio, apagó la luz, besó mi pelo y me susurró al oído esa frase que tanto me gusta (“Yo, si tuviera esos cincuenta y tres minutos para gastar, andaría despacito hacia una fuente...”) y llegó hasta mi sueño, en donde nos encontramos y reímos de esa forma tan única de la que sólo nosotros sabemos reír.
martes, 22 de junio de 2021
El títere, el titiritero y vuelte al títere
Desde la antigüedad el ser humano ha construido muñecos, quizás como reproducciones de sí mismo y de lo que le rodea. Indagar en esos orígenes y su significado antropológico sería un interesante viaje, descubriendo iconos, ídolos y figuritas con fines distintos, desde el estímulo lúdico e imaginativo a la forma de expresión artística. Seguramente con la combinación de los muñecos y el deseo de insuflar vida a seres inertes nacieron los primeros títeres.
Desde aquellos orígenes tan primitivos y sugerentes, los títeres han ido mostrando y descubriendo posibilidades expresivas que han fascinado a creadores y espectadores a lo largo de la historia. En sus teatrillos, se han transmitido no solo historias infantiles, también cuestionamientos filosóficos, tradiciones y vanguardias. Don Cristóbal y la señá Rosita, Ubu Rey o el bunraku oriental cuentan también y tan bien como una historieta en títeres de dedo.
A finales de los ochenta, Michael Mechke publicó el libro Una estética para el teatro de títeres, en el que se sumerge y cuestiona fundamentos del mundo de la marioneta. Anticipa que pretende compartir su visión por la necesidad de un idioma y vocabulario común. Por sus páginas diserta sobre la sobre diversas referencias, sobre la construcción de la figura, de la cara, de la mirada. También sobre la técnica y la autenticidad, sobre el movimiento y la semejanza del humano y el títere, incluso siendo este último capaz de describir mundos, pensamientos, sentimientos y acciones que son imposibles de interpretar por las personas.
Envolviendo a la disertación está siempre presente el encuentro del titiritero y el títere. Un encuentro sin prejuicios en que todo puede agitarse y hacerse posible. La apuesta es noble y sencilla, incluso treinta años después mantiene un mensaje claro: volver al origen, renunciar a efectos más y más sensacionales, a las grandes dimensiones y volver a poner en el centro al delicado títere. El centro de un bonito universo que conjuga arte y artesanía.
domingo, 20 de junio de 2021
El futuro comienza lentamente
El hospital sevillano Virgen Macarena creó, en 2003, una nueva unidad de Rehabilitación para el ámbito de Salud Mental (URSM) situada en la calle Albaida nº20. Este centro está especializado en la atención y recuperación de las personas con: ansiedad y depresión, trastorno mental grave, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos del espectro autista, enfermedad mental y drogodependencias, enfermedad mental y discapacidad intelectual.
Gracias a ellos Jose Luis Pavón Boza (mi padre) tiene un espacio donde puede ir recuperando la movilidad, que perdió tras el ictus, mediante el taller de pintura (impartido por Antonio Rincón), también realizó yoga y ahora se ha atrevido con informática (teniendo como profesor a Alfonso Calero). Pero no son los únicos apartados que tocan, pueden adentrarse en la cerámica, grabado (Carlos Quintana), carpintería, decoración, bricolaje, etc. Para él, y otros muchos pacientes, participar en la Revista digital LO+, en el Blog URSM Hospital Macarena de Sevilla u otras actividades que incentivan y animan a esforzarse por mejorar... se traduce a una parcela de calma en sus vidas.
Conversar con cada persona que compone esta sede te hace sentirte arropado. El trato es afable y personalizado ya que el objetivo principal consiste en atender las necesidades de pacientes y familiares mediante: tratamientos farmacológicos, apoyo y asesoramiento, psicoterapia individual, familiar o grupal, rehabilitación, cuidados de enfermería, terapia ocupacional y orientación.
Que exista este tipo de centro me hace recuperar un poco de fe en el ser humano, pues pocos son los que se mueven desinteresadamente por el bien de otro. Como dice una canción de The Kills: el futuro comienza lentamente (Future stars slow).
Texto y foto de Saray Pavón