A mi padre, que murió en la guerra, y a mi madre, que no le sobrevivió ni un par de años, tosiendo y tosiendo, fregando escaleras. A mi hermano Evaristo, cabo de la Guardia Civil, que un día agarró la tercerola, tiró para el monte y adiós, muy buenas, y al Desi, mi primo, el practicante. El Pasmao, que le decían los del bar de la plaza, ¡y tanto! Diez meses me tuvo paseo arriba, paseo abajo, hasta que le dio por hincar la rodilla, ¡qué hombre! Al Tío Fideo, el pastelero, y a su mujer, la Terele, que se echaron al café insecticida creyéndolo azúcar, ¡menudos dos cafres! El Marquitos, mi nieto, andará con el camión por Holanda, igual que su hermana, la Paula, de enfermera en Italia. Y la Vicentica, don Dimas y el Horten, a todos los otros, que ahora me olvido. Dichosa cabeza.
Queridos Reyes Magos.
Me llamo Etelvina y tengo 94 años. Estas son las primeras fiestas que voy a estar sola. Por eso, y como he sido tan buena, quisiera que me trajeseis la última Nochebuena que pasé con toda mi familia junta.
Texto de Domingo Alberto Martínez
Imagen de
Pixabay editada por Antonio Moreno
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