sábado, 22 de abril de 2023

La llamada

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Sus últimas palabras fueron "cuelga tú". Después un ruido seco, como un golpe contundente con un objeto de madera. Un segundo después, el sonido que debe hacer un cuerpo al desplomarse en el suelo, inconsciente. Supongo que el teléfono se hizo añicos en el suelo porque dejé de escuchar su voz. Debí haber llamado a una ambulancia pero me quedé ahí de pie, absorto, sin llegar a comprender del todo lo que acababa de ocurrir. No sabía qué hacer en una situación como esa. Es posible, no, estoy seguro de que nunca había estado ante aquella tesitura. Mi mano seguía agarrando con fuerza aquel artilugio del demonio. El silencio, el silencio abrumador me trepaba por la espina dorsal como una hilera de hormigas directas a devorar el azúcar de mi cerebro. Cómo había llegado a ocurrir tal cosa, no lo sé. Sólo recuerdo que estaba haciendo hojaldre y empezó aquel repetitivo soniquete. Me martilleaba la nuca como si estuviese atrapado entre el los engranajes de un reloj gigante y, cada ciertos segundos, alguna de sus piezas me diera en la cabeza de forma acompasada y eterna. Hasta que, al fin, dejé lo que estaba haciendo y atendí de un salto la llamada. Fue mi subconsciente quien me dijo, alto y claro, que la próxima vez que mi compañero de piso dijera "cuelga tú", le estampase el rodillo en la sien. 

Texto breve de Antonio Moreno

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