Pasábamos mucha, muchísima hambre. No quedaba pan ni forraje y las culebras desaparecieron con las primeras nieves. En el viejo molino vivía una viuda; tropezó al bajar al arroyo y se partió la nuca. Era todo pellejo, cartílago y hueso, pero peor es no comer nada. Cortamos lo que sobró en trozos pequeños para traerlos a casa.
Lo de la bruja y la casa de chocolate se le ocurrió a Grétel.
Texto de Domingo Alberto Martínez
Ilustración de Alexander Zick
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