18/11/2020
Sus pequeños cencerros tienen el ritmo acompasado a su caminar. Y oyéndolo, mientras las ves pastar y desplazarse buscando la hierba más fresca, entras en un trance de paz en el que quieres quedarte o te quedas sin pensar. El tiempo se detiene y olvidas que si levantas la vista ves la ciudad, Sevilla, que aún conserva el aroma de un tiempo más natural, antes de que el tráfico y las prisas la poseyeran.
Texto e imagen de Maite Márquez Martín
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