viernes, 22 de julio de 2022

Una última cosa

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La hora se acerca. Mañana al amanecer me colgarán por lo que hice. Me lo merezco. No estuvo nada bien y es justo que el peso de la ley caiga sobre mí. Lo sé. Aunque, francamente, el método es algo tosco, ¿no creen? Me parece bastante inhumano colocar una soga alrededor del cuello de alguien y luego dejarlo caer al vacío. ¿Es que no hay otra forma más clemente de hacerme pagar? Me reitero, merezco un castigo, pero esto es demasiado. Quizá, no sé, dejarme inconsciente de alguna manera. Hay venenos y plantas con unas capacidades increíbles en la actualidad. Una vez dormido ya podrían hacer lo que quisieran. Ya lo sé, entonces no habría castigo, de acuerdo. Tengo que sufrir. ¡Pues que me dejen encerrado más tiempo! Prefiero vivir desesperado y con el temor a no saber cuándo me van a ajusticiar. No creo que sea pedir mucho. 

Quizá me he precipitado un poco. No me gustaría pasar incontables años con la incertidumbre y la muerte acechando a la vuelta de la esquina. Me parece algo cruel también. Dejémoslo en algo rápido, aunque doloroso. Ojalá me cayese un rayo en la cabeza. Serían unos segundos de sufrimiento y poco más. Nunca he recibido tal descarga pero intuyo que será algo así. Bueno, no sé. Creo que con esto será suficiente. Espero que en un futuro mi ajusticiamiento sirva como ejemplo para aquellos con tendencias criminales. 

Una última cosa. No es una queja, es más bien una observación. Me resulta chocante y, a la vez, muy moderno esto de poner un buzón de sugerencias en la celda de los condenados a muerte. En fin, igual mañana prueban algo menos angustioso conmigo. 

Atentamente, un hombre muerto.  


Texto de Antonio Moreno

Imagen de la sagrada www.pixabay.com

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