Parece que fue ayer pero es que, después del café, me di cuenta de que sí, fue ayer cuando pude ver con estos ojos y escuchar con estas grandes orejas a esta banda. Era real. Saray Pavón y un servidor fuimos testigos de un acontecimiento histórico. La última vez que pisaron tierras béticas fue en 1992, gracias a una propulsión cultural sin precedentes en la capital como fue la Expo de aquel año. Venían acmpañados nada más y nada menos que por Faith no more y Soundgarden. Vaya locura debió ser aquello, en todos los sentidos. Casi exactamente 30 años después (aquello sucedió un 30 de junio), pandemia mediante, el sueño de muchos se hizo por fin realidad. Y de qué manera. Casi tres horas de música en vivo. Debo decir que nos perdimos a Uoho pero pudimos ver a Gary Clark Jr. quienes, a pesar de la hora y el calor, se defendieron bastante bien con un repertorio sencillito pero con mucho mojo.
Ya con el sol prácticamente fuera de combate y el estadio a rebosar (las cifras oficiales hablan de 43.000 personas) salieron a darlo todo estos supervivientes del rock. Axl estuvo más que correcto en casi todo el show, abusando un poco del falsete, pero sorprendiendo a más de uno en algunos momentos en los que nadie daba un duro por él. También es cierto que estuvo muy bien acompañado y arropado por las voces del gran bajista Duff McKagan (un músico que, en mi opinión debería tener más reconocimiento), Melissa Reese (teclas), Dizzy Reed (más teclas) y Richard Fortus (guitarra rítmica). Este último se marcó algún que otro solo también.
La contundencia Duff McKagan-Frank Ferrer (batería) también es digna de mención. En cuanto a Slash, qué puedo decir. Te puede gustar más o menos, puedes hablar tanto como quieras de técnica y de que si es mejor o peor que otros y blablá pero la realidad es que es una leyenda viva, un icono totalmente reconocible del rock y que responde a un hecho incontestable: no se puede molar más que el guitarrista principal nacido como Saul Hudson.
En definitiva un conciertazo lleno de clásicos como Nightrain o Mr. Brownstone, algunas sorpresas como el Back in black (de cuando a Axl le salió un trabajito con unos chavales de Australia), versiones que se han convertido en suyas como el Live and let die y los pelotazos inevitables y momentazos de la noche Welcome to the jungle, You could be mine o November rain (qué maravilla). Una fecha para grabar a fuego en nuestros corazoncitos rockeros y una espinita más que nos sacamos de tantas como nos quedan por el sur.
Lo mejor: una banda que se comió el mundo hace 30 años y que fue capaz de poner en pie a un estadio entero haciendo lo que saben hacer. Con sus más y sus menos, que aquí nadie tiene ya veintitantos años. Pero como conjunto fueron bastante solventes y demostraron estar en plena forma dando un espectáculo con mayúsculas durante casi tres horas, como apuntaba arriba.
Lo peor: en mi humilde opinión no debieron dejar el set acústico/tranquilo tan cerca del final. Para mí, y digo para mí, fue un bajón importante antes del cierre. Lo habría colocado más en el ecuador del show. Pero repito, es una apreciación personal que en ningún momento ensombreció la experiencia de ver a estas leyendas en vivo, muy lejos, pero latiendo al mismo tiempo que casi 50.000 almas y en mi ciudad. Era algo OBLIGATORIO.
Robo vilmente el setlist de www.setlist.fm:
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