viernes, 24 de junio de 2022

EL recuerdo sobre las ruinas

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Parece que han pasado siglos desde la última vez que pude contemplar tu sonrisa. Habrán pasado cientos de cosas de las que no tengo mucha certeza, pero que imagino habrán sido acontecimientos horribles. Se habrán derretido los majestuosos glaciares, cansados, derrotados por el sofocante y creciente calor, y seguramente se han inundado ciudades enteras mientras estabas ausente. Los cada vez más poderosos huracanes, como herramientas de la madre naturaleza encargadas del equilibrio y la justicia, habrán descargado su ira arrasando numerosas ciudades norteamericanas, aunque, embriagados por el poder, se les habrá ido la mano sin querer en las zonas pobres del planeta. El frío humo, las cálidas llamas, los incesantes vertidos, habrán deteriorado tanto el medio ambiente que los bosques habrán llegado a ser llanuras y las llanuras, eriales. Un ejército de cazadores furtivos y constructores despiadados habrá acabado con miles de especies. Probablemente no queden animales sobre la faz de la Tierra y, aunque algunos consiguieran sobrevivir, morirían más tarde de tristeza o abrasados por los vapores tóxicos. Incomprensibles guerras y estúpidas luchas armadas con la ignorancia y la inútil religión como único telón de fondo habrán acabado con millones de vidas mientras te he esperado en mi burbuja, que he ido llenado exclusivamente con sueños en los que sólo aparecías tú. Es posible, incluso, que no quede vivo un solo ser, es posible, tal vez, que sea yo el único que prevalece. 

Desde el interior de mi escudo de protección he tenido la oportunidad de verlo todo, he podido ser testigo privilegiado, según científicos millonarios, del declive del ser humano, de la putrefacción progresiva de sus almas y de la muerte de la Madre Tierra a manos del hombre. 

Pero he preferido permanecer en el recuerdo, ser el guardián de tu sonrisa. 
He preferido atesorar esa imagen y aferrarme a ella como lo único bello, como lo único que podía hacerme sentir vivo, ajeno a todo lo demás. 
He cerrado los ojos y he deseado verte sólo a ti.

He decidido esperarte aun sabiendo que no volverías, he dictaminado mi propia sentencia y he elegido conservar tu rostro en mi cabeza para toda la eternidad.

Texto de Antonio Moreno
Imagen de nuestra querida Pixabay


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