Vuela demasiado bajo. La gaviota roza la furgoneta que viene de
frente y describe en el aire un escorzo desequilibrado. Cae en mi
carril. Esas décimas de segundo hasta que la atropello me provocan un
vivo estremecimiento. Porque queda delineado, diáfano, el perímetro de
la existencia. Y porque su transposición resulta inminente e inevitable.
El momento es intenso, trágico, turbador. De repente, alcanzo a
comprender esa mezcla de horror y perplejidad que a veces traía mi padre
en los ojos cuando llegaba a casa. No era tanto el hecho de atropellar a
un suicida como la conciencia nítida de no poder hacer nada por
evitarlo.
Texto: Iván Teruel, El oscuro relieve del tiempo.
Imagen de Pixabay.
Imagen de Pixabay.
0 críticas :
Publicar un comentario