lunes, 20 de agosto de 2018

Minientrevista a Ana Patricia Moya

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De un tiempo a esta parte su nombre y Nick (Periquilla de los Palotes), han aparecido por La i Libro-revista y en nuestra web, porque ella es un ser interesante. Promotora, gestora cultural y un sinfín de etiquetas que no muestran más que la punta del iceberg de lo que es Ana. Gracias a su ritmo sin freno: en mi cabeza su imagen siempre lleva un café en la mano. Y con su habitual disposición, se ha dejado hacer este pequeño interrogatorio que inicio con sus trabajos más recientes. 

Saray Pavón: ¿Cómo conociste Liberoamérica
Ana Patricia Moya: Hace un año me invitó Darío Zalgade a formar parte de la plataforma. Acepté encantada: tenía en mente varios proyectos y pensé que sería el espacio ideal para compartirlos, entre ellos, Que la vida iba en serio y El sótano del ornitorrinco. Están centradas en poesía española contemporánea; en la primera sección, preparo una selección de poemas de autores que, mediante convocatoria, se animan a colaborar; y en el caso de la segunda, hago entrevistas breves a poetas que considero interesantes para los lectores. 

SP: Actualmente, eres una de las editoras (y poetas) de la antología Liberoamericana -versión española- ¿Ha sido complicada la selección de autoras? 
APM: La selección ha sido compleja, sí, había un gran número de poetas deseando aparecer en las páginas de este libro. Pero el resultado ha merecido la pena: más de cien autoras para la edición española (la anterior, editada en Argentina y Uruguay contaba con menos) y con poemas traducidos a idiomas del ámbito nacional (gallego, vasco y catalán). Al igual que mis compañeras, estamos muy ilusionadas, quién sabe si esta es la oportunidad que estábamos esperando para crear algo sólido. 

SP: ¿La revista Groenlandia fue el paso previo o seguirá activa? 
APM: Es un proyecto aparte, no está vinculado, si bien existen similitudes entre ambos proyectos. Lo tengo parado por falta de tiempo, de dinero y salud. Estoy más centrada en buscar trabajo y en estudiar (estoy terminando un máster y me encuentro bastante agobiada, pero bueno, otro título más para adornar el currículum). Espero poder retomar la cuestión editorial, tengo una interesante nómina de autores que quiero mostrar y tengo preparada una sorpresa, pero no puedo revelar nada, no vaya ser que a última hora todo se tuerza (es una constante en mi vida, Murphy es mi amante). Todo a su debido tiempo.

En las páginas en las que colaboro actualmente y de manera mensual (en Liberoamérica, en Odisea Cultural) me dan una serie de facilidades: de ahí a que no me cueste, por ejemplo, programar una entrada, seleccionar textos y fotografías, etc. Soy un poquito controladora (mejor dicho, tiquismiquis) y me gusta estar pendiente de los procesos, en todos los sentidos, y por eso agradezco tanta libertad a la hora de trabajar con estas publicaciones. Groenlandia absorbe mucho: la que se encarga de maquetar, corregir, diseñar y demás tareas soy yo (a excepciones: alguna que otra vez han venido a mi rescate profesionales). Insisto: ahora tengo que preocuparme más por mí. Aparte de lectora compulsiva, también soy autora, quiero escribir y publicar, como todos. 

SP: ¿Qué es lo que más te gusta de nadar a contracorriente? 
APM: De joven, era más punki, me lo cuestionaba todo y mis rabietas de rebelde eran muy frecuentes; ahora me encuentro en una situación de tranquilidad que, por un lado, agradezco después de unos años agitados para mi salud física y mental, pero por otro, me aterra, me aterra porque no sé si esto será un estado permanente o vendrán otros tiempos más convulsos que me pillarán desprevenida y no sabré cómo reaccionar. Procuro mantener mis principios, hasta cierto punto. He desarrollado una paciencia a prueba de balas. La edad, supongo. Creo que la precariedad te convierte en una resiliente. Ves todo lo que te rodea desde otras perspectivas. Te ayuda a nadar en todas las aguas, estén calmadas o turbias. Es evidente que he madurado hasta el punto de que, si no estoy preparada, no me arrojo al agua. No es que me agrade ir a la contra: es que no hay otra manera de ser yo misma. Es una cuestión de identidad. 

SP: ¿Cuántas horas le robas al sueño? 
APM: No sé si será por el calor infernal de esta ciudad, pero ahora me encanta dormir como las marmotas. Es cierto que soy más nocturna que diurna, y de noche estoy haciendo mil cosas, cosas del insomnio, y porque de día, la temperatura insoportable me anula totalmente, y me deja sin fuerzas. Deseo el invierno perpetuo, en serio. Creo que falta mucho para el periodo de glaciación del planeta, ¿no? 

SP: Si tuvieses que quedarte con uno de tus poemas ¿Cuál sería y por qué? 
APM: Siempre será el último poema que escriba mi preferido, con el que me quedaría… hasta que brote otro mejor, y cambiaré de opinión. Soy una descastada, lo sé. 

SP: ¿Cuántas alegrías te han traído tus Píldoras de papel? 
APM: Bastantes. Es como añadir en tu currículum literario que has publicado en una buena editorial, y por eso, eres digna de respeto, y te consideran para otras posibilidades (lo cual es algo muy positivo, el trabajo siempre es esencial). Es lamentable que la opinión de la supuesta élite (y los puristas) cambie en el mismo momento en el que publicas un libro porque la autoedición, a pesar de sus ventajas, está muy mal vista. Píldoras de papel habla de una Ana del pasado, escrito, curiosamente, desde una Ana ya recuperada de una enfermedad, que hizo un esfuerzo tremendo en recuperar según qué recuerdos y momentos (la medicación fuerte anula mucho la actividad cerebral: aún tengo borrones mentales). Comprendo que las obras tengan que reposar, pero cuando tienes la sensación de que las has revisado las suficientes veces mientras el tiempo transcurre, te percatas de que, si has evolucionado, esos poemas se están quedando obsoletos, no hablan de tu presente. Me he prometido a mí misma no esperar tanto para publicar, y si es en editoriales independientes, mejor. Los medios no son el problema. No me da miedo autoeditar tampoco. Y me gustaría que un libro más actual hable de la Ana de ahora, y que me diera más alegrías. Y el libro que viene, por ejemplo, tiene ya casi cuatro años, y aunque las cosas han mejorado ligeramente… 

SP: ¿Qué proyectos futuros nos puedes desvelar? ¿Algún poemario en solitario entre las manos?  
APM: Este año espero sacar La casa rota, en la Editorial Versátiles (la mayor parte de los poemas que integran este libro han sido finalistas en multitud de certámenes). Y ya estoy terminando otro, pero no puedo comentar mucho más porque, ya sabéis, lo presento a concursos, a ver si suena la flauta y me llevo un dinero, pero he decidido que, si no hay suerte, lo publico el año que viene. Tengo un libro de relatos (una compilación de textos que he ido escribiendo durante muchos años) que ya estoy moviendo y aparte, estoy matizando el siguiente, que si tengo muy claro de qué irá: sobre el oficio de escribir (hasta tengo título). Estoy intentando lidiar con dos novelas y ya tengo ideas para escribir guiones. Poco a poco. Lo importante es mi salud y encontrar algo que me ayude a mantenerme. Y por supuesto, tengo que seguir leyendo y escribiendo mucho. No me puedo permitir sacar cualquier cosa. Le tengo demasiado respeto a la literatura. Reconozco que me avergüenzo de según qué obras del pasado, pero son una realidad que dejan constancia de lo que fui, y eso no se puede cambiar. Quiero quedarme con la sensación de que, si edito algo, que tenga valor, aunque soy bastante insegura en según qué casos… 

SP: Pues muchísimas gracias por tu cercanía y seguir enredándote con nosotros. 
APM: Las gracias a vosotros. Nos vemos pronto por Sevilla. (Anécdota: odio el café, soy más de purito, Pepsi Max y pañuelo en la cabeza)

SP: Cierto, por fin nos vamos a conocer presentando la Antología de LiberoAmérica ¡Qué ganas! Y bueno, cerramos con Destornillador, uno de sus poemas recientes:


Las persianas son viejas

cada dos por tres estropeadas
cada dos por tres mi padre arreglándolas

hay una belleza terrible en esos momentos
con aquel hombre y su caja de herramientas

otra metáfora de estos días grises

la hija rota
y él haciéndose cargo
de los destrozos.


Texto, entrevista y dibujo rápido de Saray Pavón
Poema y respuestas de Ana Patricia Moya

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