He esperado mucho tiempo para decirte que no tengo nada que decirte. No se acaba el amor, se acaban las palabras y la capacidad de sorprenderte. Te has vuelto difícil, te has vuelto una ecuación de física cuántica y yo retrocedo hasta el oficio de granjero a pasos agigantados. No tengo intención de esforzarme, es inútil. Darwin tendría mucho que estudiar sobre nosotros, le habríamos parecido fascinantes. Pero no llores, no se trata de tristeza o alegría. Se trata de realidad, realidad extrema que puede llegar a doler.
No creo en la tristeza, no es un estado de ánimo, es una llamada de atención, una alteración del orden, pero es voluntaria. Uno sólo se entristece para que los demás vean cómo se siente. Pero la neutralidad, el estado de ánimo que tanto te desespera, es tan desconcertante…
A veces, el sentimiento más prodigioso es la ausencia de todo sentimiento.
He conseguido llegar a eso, pero tú no. Por eso piensas que te odio. Por eso piensas que no te quiero. No es que no te quiera a ti, no quiero a nadie, ni odio a nadie. Mi destino es estar solo y conmigo solo perderías tu valioso tiempo, porque no es que te haya olvidado, es que no te recuerdo…
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