con los pasos encendidos.
Tuve miedo al tropezar
con punzantes cicatrices
de mis piernas,
pero no me permití
que el dolor me detuviese:
necesitaba encontrarte.
Ya en el remanso del vientre,
me incitaba el desaliento
a abandonarme en el gozo.
No lo hice,
pues tenía que encontrarte.
En el cabello, tu olor,
blanco.
Pero tu olor no eras tú
y yo quería encontrarte.
Con los pasos encendidos,
de vuelta sobre mis huellas,
calmé la sed en mi sangre:
allí estabas.
Poemas de Ana María Castillo Moreno
Imagen de pixabay
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