Me miró como si tuviera la certeza de que aquella sería la última vez. Sentí que en su mirada estaban grabados mis temores futuros y presentes y entendí que también ella había sido vendida. Puede que fuera más joven que yo cuando ocurrió. La dote, me dijo entre sollozos, es muy importante para tu padre; recuerda que a partir de mañana serás propiedad de tu marido. Pero no temas, continuó, lleva esto siempre contigo; es mayor y querrá hacer cosas para las que aún no estás preparada. Respiró profundamente y cerró los ojos. Al abrirlos, dijo con voz temblorosa: sólo eres una niña, así que no dudes en usarlo.
Entonces la miré a través de una cortina de lágrimas y la besé en la mejilla con ternura y esperanza mientras recuperaba la calma. Después guardé el puñal entre mi ropa interior y deseé que llegase la noche de bodas.
Entonces la miré a través de una cortina de lágrimas y la besé en la mejilla con ternura y esperanza mientras recuperaba la calma. Después guardé el puñal entre mi ropa interior y deseé que llegase la noche de bodas.
Texto de A. Moreno
Imagen de Pixabay
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