avanzaba entre sus enemigos.
Es decir hería
y mataba.
En su mano una gran espada
contundente, fría.
Acero que se tornaba caliente
con la carne...y la sangre.
Sintió un cosquilleo en su nuca.
¿premonición o miedo?
Se dio vuelta ráudamente
para ver al arquero
Terminar de tensar su arco
Y lanzar la saeta hacia él
a su pecho.
Cayó, y supo que moría.
Todos estamos en un campo de batalla
la vida.
Y tenemos una gran espada
Con la que a veces herimos
la palabra.
Poema de Luis Rodríguez
Imagen de Pixabay
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