"Pirémonos" decía. Que "allá a donde voy arde" mi pecho de poemas, el mismo que se desnuda "del miedo heredado". Entonces las Amapolas eran ensoñaciones y deseos, volaban por el mundo onírico y un cuaderno decorado de dibujos. Y por fin se materializaron.
La Placenta Editorial, después de kilómetros a la espalda, trajo un poemario que se multiplica en cada relectura. SilviOrión comenta que "se lee de una sentada preferiblemente de madrugada" y que recoge "relámpagos eléctricos que salen casi sin darte cuenta pero con la honestidad reflexiva que se mece muy adentro".
Pero no. No voy a dar la chapa, sus piezas editoriales se defienden por sí solas en cada poema. Mi misión es acercarlos a modo de canapé y ya si quieres el plato completo son 12€ (lo bueno de que no sea un menú es que siempre puedes echar mano a la estantería y volver a él). Hoy compartimos una intervención que hizo en la Surada Poética.
Texto: Saray Pavón
Imagen y audiovisual: SilviOrión
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