El tiempo vuela. Es algo que asusta, la verdad. Pero al menos sé que, en mi vida, he tropezado (y espero seguir haciéndolo) con ciertos regalos de los dioses que han hecho que el raudo devenir de las horas, hasta el momento, haya merecido la pena.
Aun recuerdo el primerísimo disco que compré y del que, hasta hace poco, conservaba el ticket. Fue en el mítico y desaparecido Sevilla Rock: Tokyo Tales, Blind Guardian. Siempre pensé que la mejor forma de conocer una banda es escuchando sus grabaciones en vivo. Aunque confieso que el álbum que nos ocupa acarició mis orejones de forma fraudulenta hasta que pude ahorrar lo suficiente. Y el tiempo sigue marcando tictacs. Pero estas melodías no se detienen ni lo harán jamás, ni en mi cabeza, ni en ninguno de mis reproductores (mi intención es conseguirlo también en vinilo).
Nightfall in Middle-Earth es mucho más que un simple disco. No solo es, en mi opinión, su mejor trabajo, es la declaración de amor de una banda (y una generación, se podría decir) a la inconmensurable obra de Tolkien. No era la primera vez que se acercaban a las novelas del escritor sudafricano. Ya había referencias de ese mundo fantástico en canciones como The Bard´s song (In the forest/The hobbit), la instrumental Gandalf's Rebirth, Majesty o (por supuesto) Lord of The Rings. En 1998 dieron un paso más allá y confeccionaron un album conceptual en torno a la obra más ambiciosa y desgraciadamente inacabada del tito John Ronald: El Silmarillion. A lo largo de un total de 22 pistas (entre canciones, interludios y narraciones) nos llevan de la mano a través del mundo que el mismísimo Señor Oscuro Morgoth está a punto de (intentar) destruir. Por primera vez en su carrera musical se embarcan en una obra de esta magnitud y sobre todo de esta calidad compositiva. Hasta este lanzamiento no habían abordado sus temas con tanto esmero y de forma tan cercana al progresivo. Los anteriores trabajos, sobre todo los primeros, se basaban en un metal frenético, cercano a sus (y mis) adorados Testament. Luego fueron limando la ejecución e incluyendo más elementos acústicos y medievales así como estructuras mucho más elaboradas, algo que se puede percibir en su máximo esplendor en Imaginations from the other side. En esta evolución sónica, el principal artífice es el bueno de Thomas (Thomen the Omen) Stauch y su progresión hacia la excelencia con las baquetas. En Nightfall in Middle-Earth, así, sin anestesia, graba una de las mejores sesiones de batería de los noventa. Solo hay que poner a todo trapo The Curse of Fëanor para saber de lo que hablo. Podría escuchar este disco eliminando el resto de instrumentos y me seguiría poniendo los pelos de punta. Eso unido a las inspiradas composiciones y algunas de las letras más brillantes en la trayectoria de la banda hacen de esta su obra maestra.
Es increíble que después de dos décadas no decaiga mi emoción cada vez que suena. Y realmente no es necesario haber leído El Silmarillion o a Tolkien en general para disfrutarlo. Aunque evidentemente gana mucho más si conoces las historias que se cuentan. No me voy a meter en análisis tema a tema, hay miles pululando por la red, ni siquiera voy a mencionar la espectacular portada de Andreas Marschall, habitual en sus cubiertas. Lo que sí diré es que transmite tanto en cada corte que merecería que La Tierra Media existiese de verdad para que fueran sus habitantes quienes juzgasen.
La única pega que pondría (sí, hasta para esto tengo un pero) es el sonido de las guitarras. No es el primer gran clásico que me encuentro con este problema. No tanto con la solista, pero sí con las rítmicas, parece que el ingeniero de sonido olvidó donde estaba la palanca de los agudos y se quedó dormido sobre la de los graves. Y es una verdadera pena, porque si hubiesen sonado tan crujientes como en su anterior entrega (Imaginations from the other side), por ejemplo, estaríamos hablando del disco perfecto.
Pero fue lo que fue y es lo que es; está en su tiempo y en su lugar. No soy muy amigo de remasterizaciones o regrabaciones así que me quedo con el original aun con esa tara en el sonido. Siento que me quedo corto con estas palabras, así que mejor lo celebro de la mejor forma: poniéndolo de principio a fin y a un volumen que asustaría a la mismísima Ungoliant.
¡Por otros 20 años de anochecer épico!
Texto de A. Moreno
Imagen propiedad de Andreas Marschall, en la que se refleja uno de los momentos clave de la obra póstuma de nuestro querido Tolkien.
Luthien distrae a un embobado y lujurioso Morgoth (y secuaces) para que
Beren pueda arrebatarle uno de los silmarils engarzados en la corona.
Hasta los señores oscuros tienen sus momentos de debilidad.
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