Hoy mis acompañantes de siempre no pudieron venir, franco una e hijo enfermo otra. Dos grandes mujeres que se ganaron mi afecto a fuerza de tomar mates hace ya mucho tiempo. Ese día subió ella, flaca, de mediana estatura. "More" se llamaba. Cabizbaja, no sacaba la mirada del piso, pidió pan, pidió mermelada... El comedor en silencio, como me gusta a mí.
-Hola More, ¿cómo estás?-Le dije.
-Hola, gordo,-contestó- bien.
-Qué te anda pasando? Te veo triste.
-Nada gordo, un poco cansada.
-Vení a tomar mate conmigo. Dale, que estoy aburrido.
Tomó asiento y le tendí un mate no sin antes advertirle que estaba dulce pero con edulcorante. Ella me comentó que tomaba amargo pero se prendía sin ningún problema. Entre mates tomo un cuchillo partió el pan en dos y untó uno de los lados con mermelada. El comedor empezó a llenarse. Le comenté que me preocupó su cara, No me gusta que la gente no sonría, y me duele saber que hay gente que piensa igual que yo y no lo ejecuta siempre. Ella sonrió, me observó sabia, como pidiendo que la entienda. Sus ojos profundos, negros, bien fuertes; hay historia ahí.
-Estoy resfriada, gordo.
-¿Sí? Bueno, llegás, una buena ducha para sacarse la malaria y al sobre. Masajes trancas, un buen novio que te apapache- le digo mientras tiendo el mate hacia ella-.
-¿Yo?- me dice sonriendo- Puede ser... ¿Sabes qué pasa, gordo? Yo sufrí mucho con mis parejas. Me junté de joven, a los 17 conocí al papá de mi primer hijo, a todos lados lo seguía... A todos. Éramos el uno para el otro. Andábamos por todos lados y no nos cansábamos nunca. Y, bueno... Quedé embarazada y se desapareció los ocho meses....
Corto el regreso del mate y le digo:
-¿En serio?
-Si, gordo. Vino un par de veces a traerme plata, me decía que me amaba... Y nada, tuve sola a mi hijo. Vino a los dos días a decirme que se hacía cargo y luego no lo vi más. Lo odié. Mucho. Así quedé sola con un hijo a los 18 años...
-¿Pero te vinieron a bancar en el hospital? ¿Tu familia? -pregunté absorto-.
-Nadie, ché. Toda mi familia es del oeste, de Liniers. Mira, yo me crié sola, a los catorce me fui de la casa de los que me cuidaban -mientras observaba el piso su mirada tomó un tinte de recuerdos que iban y venían-.
-¿Tus viejos? -corté su rememorando-.
-No, nunca estuve con ellos, yo viví con mis tíos pero déjame, eso no era vida. Andaban en algo sucio, viste.
Y ahí me observó, me dijo todo en la mirada, ¡necesitaba hablar! ¡Necesitaba ser alguien, necesitaba contar! Un oído y un mate, el placer de hablar y escupir todo a quien le tendiera un hilo de paz. Observé la hora. "Qué bien", me dije, “falta para bajar”.
-Mis tíos –continúa- estaban con el negocio de la mercancía. Si no era alguna transacción eran los clientes, si no eran los clientes era la policía reventando la casa... No era vida, pasaba las noches sin dormir. Tiros... A los catorce me fui... Me dije que esto no era la vida que quería.
Frío no, escalofríos en todo el cuerpo cuando escuché eso. Luego felicidad por esos 50 kilos de alma que lucharon por escapar y ser feliz en la vida y ante unos mates con edulcorante.
-Bueno, en fin, cuando me vengo para estos lados con mi hijo es porque limpiaba una casa de por acá cerca y ahí conozco al papá de mis otros dos hijos. Yo siempre dije que nunca lo amé, pero quería tanto que mi hijo tuviera un padre que me convencí de que quería darle una figura a quien seguir y él era bueno con mi hijo. Eso me hacía feliz y lo quería por eso, tanto que le di dos hijos más -señala con el dedo-. Nunca hizo diferencias con ninguno, nunca le dijo "no sos mi hijo" ni nada, los trató a los tres por igual pero bueno... Él era un tiro al aire y yo como una boluda lo seguía y le creía. Hasta que descubrí el engaño. Al principio me lo negó, luego me dijo que sí, que había pasado.
Silencio de mi parte, no podía decir nada. Ella miraba al piso, ese punto me incomodaba, había historia, esos ojos me lo decían.
-Así estuve cuatro años más. Era insoportable, celaba en todo, decía que porque era su casa tenía que hacer lo que él decía, yo calladita nunca le dije nada, pero él… mujeres, alcohol... De todo. ¡Bueno! -levantó el pulgar-. Conseguí este laburo y me fui. Una de las cosas que me decidió fue que el papá de mi primer hijo me habló por Facebook, preguntó por él y yo le conté como tenía que ser, es su derecho. Y este pelotudo me rompió la boca a trompadas. Fue horrible. Fui con la cara toda reventada a hacer la denuncia. Exclusión, todo. Fue horrible, gordo -su mirada, al piso-. El ambiente se puso horrible, costaba respirar.
La mirada se posó en mis ojos y adiviné que la piel se le puso de gallina, su palma frotó su antebrazo y luego subió a su hombro, si estaba acostada pongo todas mis fichas que se ponía en posición fetal... Debía hablar.
-Tus pibes ¿que hicieron? ¿Te dieron una mano?
-Sí, gordo. En ese momento no estaban pero después se le fueron al humo. Es más, el más chico me acompañó a hacer la denuncia. Y mi ex no quería que me valla, me pedía por favor pero no tenía nada más que hacer. Mis hijos grandes me ayudaron y me fui de ahí. No quiero saber nada con él, mis hijos están bien dicen que él les pide que hablen conmigo, que vuelva con él. Pero a mí no, déjame de joder. No vuelvo más.
Movía la cabeza en negativa a la nada, fruto de una situación que va a odiar el resto de su vida. Flaca, bajita, tomó las riendas de su vida a base de transas3, limpiar casas y maridos que nunca cumplieron su rol como tal. ¿Decime si no es injusta la vida? Un relato lleno de emociones, un segundo en esta inmensa vida en este inmenso mundo. El mate se estaba por acabar. La mente me daba vueltas imaginando algo que solo se vive en carne propia pero no deja de erizarme la piel.
-Terminó mi hora, gordo. Me voy abajo a los baños, me pidió la encargada.
-Uhhh, yo también por escucharte me pasó la hora volando, ché, More. Gracias por tu historia, de verdad.
-No pasa nada gordo –sonrió-. Me voy.
Salió corriendo, sorteando a un grupo de cajeras que ingresaban entre celulares y camisas blancas. Su uniforme azul oscuro se perdió entre las siluetas. Entré al vestuario con la piel de gallina de escuchar una vida que debía ser plasmada en un texto, la lucha por ser alguien digno se da en todo momento y lugar. Se fue a limpiar tapas de inodoro con el ejemplo a cuestas de saber sortear una vida que no se la merece nadie. ¿Cuántas habrán pasado por lo mismo? ¿A cuántas le debió pasar y sus historias fueron parte del anonimato de miles de rostros que tapan la verdad?
Un par de noches después, me acuerdo bien, fue después del día del niño, un lunes creo, alcancé en mi moto a su compañera hasta la parada del colectivo para que pueda llegar rápido a su casa con su hija. Ella, madre soltera por circunstancias de la vida. Le pregunté que le regaló a su hijita y solo me dijo que nada, que no tenía un peso y ella quería algo de "Soy Luna". Me lo dijo mal, no esperaba esa pregunta, el aire entre los cascos, la ruta.
-Bueno, locura, cuando cobres algo le vas a poder dar. Ché, ¿y el papá?
-Nada que le va a regalar si apenas la viene a ver. Creo que ni trabajo tiene. Igual yo la senté y le expliqué, me dio un abrazo fuerte y me dijo que me entendía.
Un par de cuadras adelante bajé de mi moto, la saludé y me fui a mi casa, no sin antes decirle que tenía una hija excelente por entenderla. Ella me saludó sonriendo y se fue.
Noche fría…
1 Sandwich en algunos países de Latinoamérica
2 Día libre
3 Camellos
Texto de Chango Bastardo
Imagen de Pixabay
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