Abandonado: Son muchos más los libros que no he entendido y los que no entendería que los que he abandonado. También yo fallé y fallo con El señor de los anillos (y con Harry Potter). Rayuela fue un penar, aunque disfruté con los personajes y los experimentos no tuve ni la mínima intención de leerlo saltando. Tras la invasión del pijama de franjas azules y blancas, desde el día en que lo terminé lo abandonaría. En general, los libros gordos y densos me dan demasiado respeto como para atreverme a intentar adoptarlos y los cómics de superhéroes no me enganchan.
Adoptado: El árbol rojo, de Shaun Tan. Una joyita cuyas páginas no se pasan, se incorporan. Me gusta pensar en el libro, en el momento en que apareció, en el pez que lo acompañaba y en lo frondoso que puede ser un árbol rojo. En la estantería que no abandonaría, estaría acompañado por libros como Calles de arena, El Quijote y Cien años de soledad, para que apoyados no se caiga ninguno. Dentro de cinco minutos vendrá a mi mente alguno más e intentará empujarlos. No, ya están empezando a empujar. ¡A ver! ¡Orden! ¡De uno en uno!
Texto de Mario Tornillo
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