Racista,
entiendo que seas tonto y tengas miedo.
Yo también soy tonto a veces
y muchas veces tengo miedo.
Hay una puerta de salida.
Créeme.
No soy mejor que tú. No mucho más.
Sólo he tenido suerte.
de que
mi miedo y mi tontuna
sean sólo
estados pasajeros,
no un dni que enarbolo
con orgullo.
Y yo no soy mejor que tú.
Ellos no son mejor que tú, también
cobardes, también tontos.
No todo el tiempo, sólo a ratos.
No tienen tiempo para serlo todo el tiempo, ocupados en nadar.
No se es racista sin sofá.
No se puede perpetuar
la tontuta y lo cobarde
cuando uno está liado en que no entre agua en su pulmón.
Ahógate, amigo racista.
Restriégate
el ojo con sal
y saca una foto de tu hijo
con su carita
clavada
en la arena.
Respira ahora.
Intenta hacerlo.
Respira ahora.
Saca la foto y traga agua.
Un segundo.
Un minuto.
Y en este tiempo, dejarás de ser racista.
Yo también soy tonto a veces,
y muchas veces tengo miedo.
Pero sé
que ser racista
es ser tonto y ser cobarde
no algún ratito,
sino de nombre
y apellido.
Poema de Chema Villabla
Imagen de Pixabay
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