Él tiene razón, no sé en qué estaba pensando ayer. Cada vez me parezco más a mi madre. Estos ataques de histeria que me dan no son normales. Es lógico que se enfade. Con el buen carácter que yo tenía cuando nos conocimos y lo guapa que estaba... No como ahora. Nadie me lo dice tal cual, pero lo sé. No estoy ciega. El otro día me miré de refilón en un escaparate y tuve que reconocer que tiene razón: se me está poniendo el culo como una maleta. Claro, por eso no le gustó cómo me vistió Andrea para ir al cine con él.
Ella es mi vecina. Es muy maja, pero él tiene razón, es un poco cabezona y viste exageradamente. Se pinta siempre los labios y las uñas de rojo. Yo antes también me las pintaba. De rojo no, de rosa o azul. Una vez mi prima me pintó unas sandías y todo. Quedaban muy graciosas ahora que lo pienso. Pero estas cosas a él no le gustan. Prefiere cuando voy discreta. Siempre me dice que estoy guapa y fina cuando soy sutil. Poco maquillada y con el pelo liso (aunque eso suele costarme porque lo tengo rizado y planchármelo es un rollo). Por eso sé que él tiene razón. Como últimamente no estoy muy guapa, Andrea se ofreció a maquillarme y a prestarme un vestido para darle una sorpresa.
Debería haberlo sabido. Que no iba a gustarle, me refiero. Por eso es mi culpa. Cuando me miró serio y enfadado me puse a llorar. No me di cuenta de que estaba histérica. Él me lo dijo, me avisó. Me dijo, con toda la razón, que no íbamos a salir al cine porque estaba comportándome como una malcriada. Me recordó que al día siguiente íbamos a comer a casa de su madre y que, con mi numerito, iba a estar de mal humor lo que quedaba de fin de semana. Con lo buena que es mi suegra y yo estropeando la comida familiar. Con la pena de saber que había vuelto a fastidiarlo todo, no paraba de llorar.
Él tiene razón, era la única forma de sacarme de aquel estado. Tampoco fue tan fuerte. Casi no me hizo daño. Hombre, daño daño, no. Tiene razón, me salen moratones con todo. Andrea no sabe que en mi caso es normal. Pero él tiene razón, me salen moratones con todo.
Ella es mi vecina. Es muy maja, pero él tiene razón, es un poco cabezona y viste exageradamente. Se pinta siempre los labios y las uñas de rojo. Yo antes también me las pintaba. De rojo no, de rosa o azul. Una vez mi prima me pintó unas sandías y todo. Quedaban muy graciosas ahora que lo pienso. Pero estas cosas a él no le gustan. Prefiere cuando voy discreta. Siempre me dice que estoy guapa y fina cuando soy sutil. Poco maquillada y con el pelo liso (aunque eso suele costarme porque lo tengo rizado y planchármelo es un rollo). Por eso sé que él tiene razón. Como últimamente no estoy muy guapa, Andrea se ofreció a maquillarme y a prestarme un vestido para darle una sorpresa.
Debería haberlo sabido. Que no iba a gustarle, me refiero. Por eso es mi culpa. Cuando me miró serio y enfadado me puse a llorar. No me di cuenta de que estaba histérica. Él me lo dijo, me avisó. Me dijo, con toda la razón, que no íbamos a salir al cine porque estaba comportándome como una malcriada. Me recordó que al día siguiente íbamos a comer a casa de su madre y que, con mi numerito, iba a estar de mal humor lo que quedaba de fin de semana. Con lo buena que es mi suegra y yo estropeando la comida familiar. Con la pena de saber que había vuelto a fastidiarlo todo, no paraba de llorar.
Él tiene razón, era la única forma de sacarme de aquel estado. Tampoco fue tan fuerte. Casi no me hizo daño. Hombre, daño daño, no. Tiene razón, me salen moratones con todo. Andrea no sabe que en mi caso es normal. Pero él tiene razón, me salen moratones con todo.
Relato de Pelusa Jones
Imagen de Pixabay
Me gusta! :)))
ResponderEliminarNos alegra leer eso :)
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