Una nueva
pataleta. Aunque de nueva tiene poco porque llevan haciéndolo desde hace ya
mucho tiempo y, bueno, parece que nos va la marcha y seguimos pagando por ello.
Dejemos el halo de misterio para la nave de Iker y vayamos al grano. El
cine. Ese ente, ese semidiós del entretenimiento, esa arma divina de doble filo
dependiendo de quienes sean sus apóstoles.
Como decía no es nuevo, aunque ahora es desmesurado,
el uso de obras en papel para su adaptación a la gran pantalla o la televisión.
Tema peliagudo donde los haya por las implicaciones frikosociales que conlleva.
Nunca, repito, nunca va a agradar a todos los lectores de un libro o cómic la
forma en que su objeto de deseo ha sido convertido en peli o serie. Se puede
abogar por un análisis más moderado y divagar sobre un buen guión, una historia
que al menos vaya en paralelo a la original, a pesar de algunos desvíos o
recovecos. Se puede tratar de entender que se recorte aquí y allá para dar con
el formato deseado. No olvidemos que hablamos de una adaptación. Hay libros que
se tiran cien páginas sin decir nada, sin que ocurra ninguna maldita cosa. Al
igual que existen largometrajes en los que el arbusto rodante se pasea ante
nuestros bostezos durante una hora. Lo ideal es encontrar el justo equilibrio
entre la licencia artística y la fidelidad (El club de la lucha). No
debería ser un problema omitir ciertos detalles que sólo los obsesivos
compulsivos echan de menos si en líneas generales se respeta la trama y la construcción
de personajes. Ejemplo: La obra de Tolkien. No debería importar que se
obviase a Tom Bombadil. Tampoco es que aporte mucho a la trama principal
y es más un guiño de sí mismo a su propio universo. Es molesto, tal vez, que
sea Arwen quien lleve al moribundo Frodo hacia Rivendel.
Mosquea, en principio, que sea ella misma y no Gandalf quien altere el
caudal del río para frenar a los nazgul con efectos de caballos
desbocados propios de un mago. Hay gente incluso que se enfadó con toda la
producción porque percibió que las uñas de Elijah Wood presentaban
muestras de haber sido mordisqueadas compulsivamente. Y claro, en la tranquila
vida sin estrés y mucha hierba de un hobbit no hay cabida para trastornos de
ese tipo. Todas estas cosas son perdonables en mayor o menor medida. Tanto con Tom
Bombadil como sin él, a lomos del caballo de Arwen o de Glorfindel,
con la manicura francesa hecha o no, el bipolar mediano de los Bolsón de
toda la vida lleva el anillo a donde debe y ocurre lo que tiene que ocurrir.
¿Sería lógico borrar del guión a Sam? ¿O a Gollum?
Evidentemente, no. ¿Sería lógico inventarse una mujer enana que le tirase la
caña a Legolas? NO. Pues ¿por qué cojones te inventas una elfa que le
tira la caña a un hombre enano? Supongo que es parte de ese buenismo forzado
que estamos viviendo y que empuja a gente aparentemente válida a hacerlo todo
al revés. O sea, que en El señor de los anillos agarras a una verdadera
heroína en el papel como es Eowyn y le das como única motivación el
despecho provocado por el rechazo de Aragorn, relegándola a una
miserable loca del coño, pero luego en El Hobbit tienes que meter con
calzador a una tipa que sale de tu puta cabeza, porque sí. Y es la leche la
tía, es diez veces más crack que Eowyn, a pesar de su condición de fantasma
literario. Y también quiere tema. Porque las mujeres no desean otra cosa que
estar con alguien a toda costa, quien sea, siempre y cuando el guaperas de la
película las desprecie. A ver si te enteras, Tauriel, hija de Peter:
Legolas no te puede querer porque NO EXISTES.
Evidentemente ahí no queda este sinsentido. No solo
colocan a mujeres donde no hay o trastocan a las que sí. También hay que meter
a un negro, a un negro, hay que meter a un negro, ¿un negro? un negro. No es
que el gato se esté paseando por el teclado. Es que hay que meter a un negro.
En orden cronológico: ¿de la borrachera de qué licor y en nombre de qué dios
tuviste que hacer a un Harvey Dent afroamericano, Tim Burton? ¿A
la salida de qué after te sobrevino el aneurisma que te obligó a darnos un Kingpin
negro, Mark Steven Johnson? Por la barba de tres días de Stephen King...
¿qué señales imaginarias seguiste, Nikolaj Arcel? ¿¿El lider de qué
secta te sugirió que Roland Deschain debía ser negro?? ¿¿A qué diablos
viene un Gorgón afro y un Karnak asiático, tipo responsable de
Inhumans, porque estoy cansado y no voy a buscar ni tu nombre y ni siquiera me
voy a currar una rabieta??
Así, a bote pronto, podéis tirar de todo ese (buen)
rollo políticamente correcto y llamarme racista y todo lo que queráis. Nunca lo
he sido y jamás lo seré. Creo en la justa igualdad y por eso los actores que
encarnan a los personajes deberían ser IGUALES. Igualdad, joder, no es tan
complicado. Thor, pues un tipo con aspecto nórdico. Blade, pues
mi querido y admirado Wesley Snipes. ¿Os imagináis una Ororo Iqadi
Munroe (Tormenta) rubia y blanquita, del Upper East Side,
columnista de moda y apasionada de los zapatos cara a cara con Magneto?
¿Y qué tal un T'Challa (Pantera Negra) irlandés, pelirrojo,
interpretado por, no sé, Rupert Grint, celebrando San Patricio sin
escatimar en gastos en mitad de Dublín y fumando en pipa? Y Al Simmons antes
de morir y convertirse en Spawn podría ser Ryan Reynolds, que ya
se ha acostumbrado a hacer de enmascarado putrefacto. Adaptemos de nuevo Raices
y démosle el papel de Kunta Kinte a Jason Statham, ¿por qué
no?
Basta, por favor. Escribe tu propia novela y haz el
protagonista como quieras: verde, rojo, a rayas. El CGI puede hacer milagros.
Roland Deschain Antes y despues del tueste interdimensional |
Y los colores no son lo único preocupante. Hay mucho
cine que profana sin remordimientos el origen del que se nutre (y con el que se
forra). Pero el de superhéroes, del cual apenas se producen películas o series,
¿verdad? se lleva la palma. No la de oro, se entiende. A pesar de que ya todo
está hecho, quiero decir que tienes incluso los storyboards a todo color (se
llaman cómics) aún así haces secundarios a personajes vitales, revientas tramas
cambiándolos de sitio o época, los induces a cometer actos indecentes... Por el
amor de Marvel ¿a qué mente enferma se le ocurrió que Rondador
Nocturno le quisiese hacer la caidita de Roma a su propia madre? Y hablando
de Mística y sus hijos, naturales y adoptivos. Pícara… ay,
Pícara. No sé cuántas pelis de X Men se han producido ya, me da entre una pizca
de vértigo y un poco de igual. Pero son muchas, un montón. Demasiadas para
ningunear de esa manera a un personaje icónico. Un personaje con una historia
tan rica detrás. Una mutante que más allá de tontear con Logan y lucir
un mechón blanco en el flequillo le roba los poderes a nada más y nada menos
que a Miss Marvel. Pícara vuela, tío. Y hace otras burradas. A
todo el mundo le gusta Lobezno, pero si vas a basar una saga genérica en
él ¿por qué produces después ochocientos spin-offs de su genéticamente superior
persona? ¿Por qué no sacas más provecho a otros que no van a tener sus propias
pelis? ¿Por qué haces que odiemos más a Scott (Cíclope) dando la
brasa todo el rato con que Jean Gray es suya, solo suya y que su ojo
está siempre alerta? ¿Por qué? ¿Por qué? Hay tantos porqués que un día decidí
hacerme el definitivo: ¿Por qué no dejo de ver estas aberraciones y me dedico a
otras cosas?
Y eso hago, ya sólo veo ciertos despropósitos por
estricta prescripción Crítica. Aunque es cierto que el daño está hecho. Y por
mucho que nos duela llevan inadaptando papel desde antes incluso de destrozar
La historia interminable, peli que adoro, pero que apenas roza la superficie de
la cubierta. Bastian era ese niño gordo que todos hemos podido ser, aferrados a
un libro que nos hacía mover el cerebro. Adaptar mola, porque siempre querremos
ver a nuestros personajes fetiche en movimiento. Pero no me jodáis, que sois
capaces de poner a Will Smith haciendo de Elric de Melniboné.
Texto de Antonio Moreno
Ilustración de Roland Deschain por el gran Michael Whelan
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