Si hay algo que siempre me ha sorprendido es que un batería cante. No sé. Pienso que es de los instrumentos más difíciles y ya sumarle el cantar (y bien): tiene mucho mérito. Por eso, entre otros motivos como que me gusta la letra y ritmo de la canción, ando escuchando "Get out Alive" que quizás viene siendo lo que todos hacemos ¿no?
Al hilo de ése "salir con vida" me viene hablar de cuando el sueño y la vigilia eran uno, o lo que es lo mismo: La música de las horas. Este libro, de Ana María Castillo Moreno, consta de tres partes: Búsqueda, Encuentro y Fusión; en ellas percibimos que la vida nos lleva por caminos inesperados, pasearemos por paisajes y situaciones de las que no saldremos ilesos, pues nos trastocará el alma con estos versos donde vierte la suya (consiguiendo meternos de lleno en las escenas). Para muestra: sobran mis palabras, basta su poesía.
Habitando desiertos
A salvo del poema te creías
pero anoche
el ritmo de la angustia
empapó tu almohada.
Los versos y sus pausas regresaron
para violar tu boca.
Te ha sorbido el desierto.
Habías olvidado que a tu vida
le toca en este tramo ser arena.
Y nos despedimos con Escribir, que cierra el transcurrir de las horas momentáneamente (porque cuando te hagas con el libro volverás a él para repasar partes, disfrutar sus matices y redescubrirlo).
Escribir cuando las palabras
se niegan a poblar el aire
porque, al hacerlo,
pretenden salir sin orden
y se acumulan, terribles, en la garganta.
Escribir
cuando las palabras se niegan
a abandonar la quietud
porque, al hacerlo,
son afilados cristales que hacen sangrar.
Escribir siempre.
No para esculpir grandes piedras
sino para invocar
a los ángeles.
Habitando desiertos
A salvo del poema te creías
pero anoche
el ritmo de la angustia
empapó tu almohada.
Los versos y sus pausas regresaron
para violar tu boca.
Te ha sorbido el desierto.
Habías olvidado que a tu vida
le toca en este tramo ser arena.
Y nos despedimos con Escribir, que cierra el transcurrir de las horas momentáneamente (porque cuando te hagas con el libro volverás a él para repasar partes, disfrutar sus matices y redescubrirlo).
Escribir cuando las palabras
se niegan a poblar el aire
porque, al hacerlo,
pretenden salir sin orden
y se acumulan, terribles, en la garganta.
Escribir
cuando las palabras se niegan
a abandonar la quietud
porque, al hacerlo,
son afilados cristales que hacen sangrar.
Escribir siempre.
No para esculpir grandes piedras
sino para invocar
a los ángeles.
Texto de Saray Pavón
Poemas de Ana María Castillo Moreno
Imagen de internet
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