Así es amig@. Tú vives en Matrix ya, y no lo sabes. Aunque estamos
cerca de ese 2019 en el que en BladeRunner
los coches volaban y en 2018 aún no vuelan, tú estás dentro de una máquina que
succiona tu vida y a cambio te ofrece chutes de falsa endorfina a modo de
pastilla roja o azul, o de otros colores. Este Matrix, dominado por la tecnología, en el que gobiernos y grandes
corporaciones por igual dictan lo que vemos, oímos, leemos, compramos,
queremos… Y con nuestra absoluta y total connivencia, ajenos a lo que ocurre
como si no fuera con nosotros. ¿Creéis que exagero? Seguid leyendo entonces y
luego lo pensáis, aunque sea un poquito más de lo que se pensó Neo coger la
pastillita de la mano de Morfeo…
Eres una persona esencialmente feliz
con tu smartphone, tu tablet o tu portátil, leyendo noticias en Facebook,
viendo los tuits de los tuiteros de
moda, comprando cositas en Amazon o Aliexpress que has visto recomendar a
algún youtuber, instagramer o blogger,
hablando por WhatsApp con ese amigo
al que hace tiempo que no ves… La tecnología es maravillosa. Igual puedes
sobrecogerte de un terremoto grado 7 en la escala Richter en una punta del
mundo que enternecerte con el nacimiento de sixtillizos en la otra punta, y eso
mola tanto como darle un “like” a
alguno de los que antes mencionaba. Y ya si ese “like” es para ti, porque estás contando, exponiendo públicamente
tu vida y milagros en la inmensidad anónima de internet, entonces ya es el
acabose a nivel mental. Supremo. Deleite absoluto. Y mentira absoluta. Porque esas noticias que lees en las redes
sociales no te molestas en contrastarlas; esos tuiteros tan graciosos probablemente están plagiando la creatividad
de alguien que no querrá (porque es alguien inteligente) publicar nada
ingenioso en la marabunta internáutica; esas cosas que compras online porque
tal o cual influencer pagado por
multinacionales te asegura que es lo más de lo más no es realmente lo que
quieres, pero lo acabarás comprando igualmente porque es cool; y ese amigo al que hace tiempo que no ves y con el que hablas
por WhatsApp vive dos calles más allá
de la tuya, pero mola más mandarle GIFs
y emojis que contarle las cosas a la
cara con una cerveza o un café. Todo gracias a la maravillosa tecnología, que
te lo pone todo al alcance de tu mano, jamás mejor dicho que ahora.
Quedar con ese amigo para contarle lo
que te pasa cara a cara no es moderno. Comprar en una tienda física y buscar lo
que te gusta entre muchas cosas, con tu propio criterio, no es cool. Leer una noticia en una red social
y quedarte con ella como verdad absoluta es ley. Y todo gracias a este montaje,
un esperpento a nivel mundial, orquestado desde el principio de los tiempos por
unos pocos para controlar a otros muchos, sólo que con unos medios que esos
pocos jamás soñaron y ahora manejan a su antojo para feliz desgracia nuestra.
Una auténtica máquina de ordeñar nuestros cerebros y sobre todo nuestros
bolsillos, lo primero ansiado por los gobiernos para perpetuarse en el poder,
lo segundo por las empresas mastodónticas que se benefician directamente de
esos gobiernos con leyes absurdas que en vez de ir a favor de las personas van
directamente a llenar las arcas de multinacionales cada vez más ricas, podridas
de dinero… Dinero que extraen metódicamente de nuestra cartera.
Querid@ amig@, hazte sólo alguna de
estas preguntas cada vez que en tu quehacer diario tengas que echar mano de la
tecnología: ¿Es esta noticia verdadera? ¿Lo que cuenta esta persona lo ha
pensado o lo ha copiado? ¿Verdaderamente necesito esto que voy a comprar, o
habrá algo que no está ahí online que sea mejor? ¿Es mejor mandarle emojis a ese amigo que invitarle a un
café y contaros cómo os va la vida?
Y sobre todo pregúntate si cada vez
que un dato tuyo pasa por internet sabes a dónde va a parar, porque te
sorprendería (y no para bien precisamente) saber lo que saben de ti todos los
gobiernos y esas grandes empresas. Maldita esa tecnología que puede salvar
vidas en un hospital según dónde vivas y el tamaño de tu cartera, o en la
carretera porque el coche que te puedas permitir tenga tal o cual ayuda a la
conducción realmente necesaria en caso de accidente en vez de una pantallita de
8” para ver bien el logotipo de los 40 principales mientras oyes la radio. Bendita
la tecnología de a diario, diseñada expresamente para encarcelar la mente de
mujeres y hombres en un Matrix que no tiene nada de virtual, sino que es muy,
muy real… Y que tienes en la palma de tu mano tan idiotamente feliz,
somatizado.
Recuerda estas letras cada vez que
tengas a alguien conocido delante y te des cuenta de que no les estás prestando
la más mínima atención a lo que te dice porque en tu mano tienes tu Matrix
particular, donde te sumerges, te zambulles, naufragas y te dejas ir hasta el
fondo. Porque así es amig@, los coches no vuelan pero tú vives en Matrix. Y si
no lo sabes ya después de leerme y pensar un poco en ello mereces quedarte ahí.
Para siempre.